"El sistema sanitario actúa esquizofrénicamente con los inmigrantes"
Rogelio López-Vélez, de 42 años, es jefe de Medicina Tropical y Parasitología Clínica del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, y lleva 12 años atendiendo sanitariamente a inmigrantes, en especial africanos, en la ONG Karibu (Bienvenido, en swahili). Su hospital ha realizado un estudio sobre las patologías de los inmigrantes. Pregunta. En febrero el ministro de Sanidad, José Manuel Romay, prometió que los inmigrantes sin papeles tendrían una tarjeta para asistencia sanitaria; de hecho los niños ya la tienen. ¿Cuál es la situación actual?
Respuesta. La promesa sigue ahí. Pero de momento el sistema sanitario español actúa esquizofrénicamente ante el inmigrante que de mala manera llaman ilegal: puede ir a urgencias, pero no a consultas de la Seguridad Social; se le atiende de una fractura, pero no tiene derecho a que le quitemos la escayola; se atiende a los partos, pero después no tienen derecho a ginecólogo. Oscilamos entre la generosidad y la negación legal. La Declaración de Derechos Humanos reconoce que todo inmigrante tiene derecho a la Seguridad Social y a la asistencia médica, pero luego está la Ley de Extranjería.
P. ¿Qué enfermedades padecen con más frecuencia?
R. Podría creerse que las tropicales, malaria, etcétera. No es así. Padecen las comunes en España: hipertensión, gastritis, úlceras. Tienen accidentes laborales, porque desempeñan a menudo trabajos de riesgo. Las más preocupantes son las transmisibles: de los inmigrantes enfermos que nos llegan al hospital, el 36% tienen hepatitis B, el 8% hepatitis C, un 5% son tuberculosos, y un 3% tienen el VIH. Eso sí, el 78% de ellos carecen de papeles. En cuanto a las enfermedades tropicales, los parásitos intestinales los padecen un 44% de niños y un 22% de adultos; filariasis, un 34% de niños y un 43% de adultos; la malaria, un 64% de niños y un 17% de adultos: los adultos han desarrollado resistencias a la enfermedad. De esas dolencias todos se curan fácil aquí. En cambio las transmisibles requieren soluciones sociales: si una mujer llega a España traída por una mafia, deberá trabajar para esa gente un promedio de dos años para pagar su pasaje, y suele verse obligada a la prostitución, un mundo donde las drogas y el sida están a la vuelta de la esquina, y que con frecuencia absorbe a inmigrantes acorralados.
P. ¿Hay patologías psicológicas entre los inmigrantes?
R. Numerosas. Pero el diagnóstico es sumamente difícil: imaginemos lo que es un liberiano que apenas habla inglés tratando de explicarse, y sobre todo pensemos en qué supone traducir la percepción mental de una persona de cultura tan distinta y que puede haber sufrido todo tipo de tragedias y persecuciones. La mayor parte son fugitivos de situaciones inhumanas, pero al 96,5% se les deniega el asilo político so pretexto de que son inmigrantes económicos. Como en alguna época la gente no hubiera emigrado para vivir mejor.
P. Aparte de la tarjeta de asistencia, ¿qué solución ve?
R. La prevención. Hay que crear unidades de vigilancia epidemiológica que trabajen con la población inmigrante. Lo que no tiene sentido es lo que hoy sucede: que un organismo oficial remita a un inmigrante indocumentado enfermo a una ONG (en Karibu pasamos unas 6.000 consultas al año), o que acabe siendo atendido de un modo u otro en un hospital, pero sin clara cobertura legal. Hay que atajar todos los prejuicios sobre los inmigrantes: al fin y al cabo, ellos preservan con su trabajo nuestro Estado de bienestar, cuidan en casa a nuestros niños, a nuestros ancianos. No nos quitan puestos laborales, porque trabajan en servicios que los españoles ya desprecian. Y, si se ahogan en el Estrecho 1.000 en cinco años, hay que hacerse preguntas. Por otra parte, España aún sigue siendo más tierra de emigrantes que de inmigrantes: según el INE, 1.174.102 españoles siguen viviendo fuera. Y menos de un 2% de la población española está compuesta por inmigrantes: con papeles, hay unos 600.000; sin papeles, entre los 50.000 y los 150.000. La inmigración es fenómeno imparable, y debemos hacer que sea enriquecedor. La sanidad es crucial.
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