Monir muestra en San Sebastián su tratamiento abstracto del grabado
![Maribel Marín Yarza](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fa62e7316-51ae-459e-9024-40d09d84d576.jpg?auth=363745c5d3661c5eec599f9ccdb33a1ad5b791e0769eea130a472dbeab7639d1&width=100&height=100&smart=true)
Monir (Bangladesh, 1943), ganador del Premio Nacional de Grabado de 1997 expone hasta el próximo 7 de agosto en la galería Arte-Ko de San Sebastián una treintena de grabados que sintetizan el trabajo más reciente del autor. El artista, nacionalizado español, resume en cada pieza, incardinada en la abstracción, sus experiencias vitales que le han llevado hacia el mestizaje. Monir fusiona lo oriental y lo occidental a golpe de técnica e inspiración, como deja patente en los libros de imágenes nacidos de una idea fugaz.
La exposición de Arte-Ko (Secundino Esnaola) supone una gran ocasión para conocer el trabajo más reciente de este artista, que en 1997 fue reconocido con el Premio Nacional de Grabado. Una treintena de piezas -incluido el trabajo premiado- y varios libros de dibujo sirven para repasar su aplaudida trayectoria, galardonada con numerosos premios nacionales e internacionales. La muestra, que se incluye dentro de los encuentros Okupgraf 99 promovidos por Arteleku, se abre también al discurso gráfico de la artista Mela Ferrer (Madrid, 1960). E incluye una selección de piezas de xilografía, litografía, serigrafía y otras técnicas de más de 40 artistas, entre ellos, Zumeta, Eduardo Chillida, Koldobika Jauregi y Dora Salazar. No es la primera vez que Monir expone en el País Vasco. Este artista, afincado en Madrid desde hace 30 años, ha frecuentado las galerías de Euskadi para difundir una obra que ensalza los valores del mestizaje. El grabador, considerado como el Picasso de Bangladesh, ha sabido sacar jugo a su experiencia vital, aunque insista en que el arte es "la profesión más cruel que existe en el mundo" porque no ofrece ninguna garantía de supervivencia. Monir, curioso, inquieto, y fascinado por la riqueza que encierran otras culturas, solicitó en 1969 un beca de intercambio con España que supuso un parón en su ejercicio docente, pero le permitió ampliar sus horizontes artísticos. Su obra gráfica, situada en los parámetros de la abstracción, es fiel a ese ánimo por dar a una única pieza un baño coherente de diversidad. Las obras que cuelgan de la galería Arte-Ko tienen un sello propio de color y formas que le identifican a primera vista. Sin embargo, a Monir no le preocupa que no le reconozcan o que el espectador no comprenda sus propuestas. "Cuando alguien dice que no entiende una pintura o un grabado está equivocado", asegura. "Hay veces que ni el artista lo entiende. Porque la obra es el resultado de un sentimiento interior que empuja a hacer algo". Monir está abierto a todo. "No soy contrario a ningún arte, ni al abstracto, ni al realismo o el hiperrealismo. Todo tiene su mensaje si está bien hecho. Basta con que el artista sea honesto con su obra". Con todo, reconoce que el arte plástico o gráfico es mucho más difícil de comprender que la música. "El arte es mudo, sordomudo", sentencia. Sus obras no lo son, aunque puedan servir a múltiples interpretaciones. Monir siempre titula sus obras y propone así una guía al espectador. "No es importante para la obra", afirma, "pero sí para el público que primero lee y después mira". El artista siempre encuentra un momento para reflexionar sobre al arte y la vida. Quizá porque acostumbra a mirarla con detenimiento, a atender a sus sugerencias y plasmar ideas fugaces en pequeños libros, de los que se niega a desprenderse. "El artista como hombre", afirma, "debería tener tres vidas: una para equivocarse, otra para intentar buscar, investigar y una última para disfrutar".
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