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Reportaje:

Una fábrica limpia, sin maquinas ni ruido

Para fabricar ya no se necesitan máquinas. Los responsables de ZIV Aplicaciones y Tecnología tuvieron serios problemas cuando pusieron en marcha su negocio para recibir apoyos de las instituciones. Nadie entendía que una fábrica no contara con una sóla máquina, que todo su material se guardara en la mente de los ordenadores y en un pequeño almacén y que el trabajo se realizara sin ruido. "Aquí se fabrica todo. Lo que se diseña se hace y se vende", indica Norberto Santiago, director de ZIV. El departamento básico es el de I + D, donde se trabaja en grupos en cuatro líneas: hardware, software, sistemas y especificaciones. "Los equipos tienen autonomía, pero para que haya una homogeneización siempre hay un gurú por encima que marca las pautas", señala Santiago. El producto, una vez que termina la fase de diseño, pasa a la de selección de materiales, gracias a la ayuda de los ordenadores. Con las partes seleccionadas se produce el montaje. Parte de los materiales se subcontratan a proveedores homologados. "Los proveedores hacen lo que se les encarga, pero no prueban el producto, no lo enchufan a la red. La prueba la hacemos nosotros", afirma Santiago. Calor y frío Todos los productos montados, antes de ser testados, pasan a un horno, probablemente la única máquina de la compañía, en el que los productos se someten durante 24 horas a altas y bajas temperaturas, entre cero y 75 grados. "Se trata de envejecerlos y hacer que los elementos débiles fallen cuando se enchufe a la red. Aunque parezca mentira los productos envejecidos y probados en condiciones extremas son los que mantienen las condiciones básicas de calidad", apunta Ángel Orcajada. Este sistema lo han heredado, o mejor aprendido, de los sistemas militares para evitar la llamada "mortalidad infantil", es decir, un error en un aparato nuevo, ya que una simple conexión en un circuito puede hacer que todo el sistema falle. Los productos, una vez salidos del horno, se prueban frente a un ordenador simulando todas las posible incidencias eléctricas para las que están preparados. "La tasa de fallo final es inferior al 1% y en ella incluimos los errores de los clientes en la instalación del producto", dice Santiago. "Nuestra ventaja debe ser la calidad del producto y no el precio. Cuando salimos al exterior no nos conoce nadie y eso hay que compensarlo", afirma Santiago. En ZIV cuentan con un servicio 24 horas en España para atender todas las emergencias que surjan a sus clientes. Este servicio de asistencia se ofrece también ya en EE UU y se pretende que se haga extensivo al resto de los países donde cuentan con una red comercial propia.

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