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Entrevista:NICOLÁS REDONDO TERREROS | SECRETARIO GENERAL DEL PSE

"Asumo que podemos quedarnos en la oposición en Euskadi"

Pedro Gorospe

El secretario general del PSE, Nicolás Redondo Terreros, (Portugalete, 1958) cree que en la política vasca hay que empezar a dejar de pensar en clave de poder institucional y poner en alza los principios políticos. Su apuesta por romper los frentes e intentar pactos a la carta con el PNV y con el PP puede dejar a los socialistas vascos fuera de las tres diputaciones forales y de los ayuntamientos de Vitoria y Bilbao. Pero dice que asume ese riesgo por coherencia. Pregunta. ¿Qué consecuencias puede tener para el PSE no aceptar el pacto global que le propuso el PNV tras el 13-J?

Respuesta. Después de la gran victoria del PSE decidimos que íbamos a hacer un intento por cambiar la política en Euskadi. No se trataba de conseguir más poder sino de intentar acabar con la dinámica frentista del nacionalismo vasco desde la firma del Pacto de Estella y sustituirlo por una política de entendimiento; y en segundo lugar perseguíamos que todos los partidos -PNV, HB, PP y PSE-, tuvieran un papel protagonista en el proceso de paz. Por eso hicimos una propuesta global a los nacionalistas y les dijimos que estabamos incluso dispuestos a recomponer el Gobierno vasco que hace ahora un año rompimos. Pero ha sido imposible.

P. ¿No le parece un poco ingenuo pensar que el PNV iba a romper su alianza con EH cuando acababa de firmarla?

R. Sí, pero había que intentarlo, aunque fui precisamente yo quien rompió el Gobierno. El PNV tiene muy limitado su campo de movimiento por EH y por la alianza que firmó con EA para presentarse en coalición. Un acuerdo que demuestra la soberbia del PNV al pensar que iban a avasallar al PP y al PSE en las elecciones, y el fracaso ha sido para ellos.

P. Es decir, pronostica más crispación en la vida política vasca.

R. Seguiremos instalados durante un tiempo en políticas de enfrentamiento, de falta de consenso, en políticas radicalmente nacionalistas y no en políticas mixtas, racionales. Sólo espero que, a pesar de todo, ahora podamos moderar ese escenario.

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P. Dice "durante un tiempo". ¿Sugiere una ruptura de la alianza del PNV con EH antes del final de la legislatura?

R. Yo sólo digo que el PNV es el único partido -y subrayo lo de único, porque hasta EH lo está haciendo- que no ha reflexionado en profundidad desde su escisión. Y quizá sea el más necesitado de hacerlo.

P. Habla de moderar la política vasca, de romper la política de frentes. ¿Qué quiere decir eso en términos de cuotas de poder: es pactar en cada institución con todas las fuerzas políticas, o quedarse en la oposición salvo donde ha ganado el PSE?

P. El gran problema del PNV y del PP es que han realizado sus análisis tras el 13-J en clave de poder. El PP ha hecho de Euskadi una zona estratégica. Nosotros no tenemos ese problema, hemos consolidado nuestras posiciones. Por lo tanto, pase lo que pase, no vamos a perder nada de lo que teníamos. Por eso podíamos intentar romper la dinámica de Estella desde el entendimiento con los nacionalistas. Pero, a diferencia del PP, sin marginar a EH. Desde esa posición hemos intentado traer al PNV de nuevo a la centralidad política.

P. Es el término de moda ese de la centralidad.

R. Sí, pero nosotros no viajamos al centro desde el más allá, como el PP, sino que en una sociedad tan compleja como la vasca, cuyos extremos son los partidos de Lizarra y el PP, es necesario un lugar de encuentro que incardine no el centro, sino la centralidad. De forma gráfica, la mejor opción ahora para romper esa política de frentes, es llegar a pactos con el PP en Álava y con el PNV en otras instituciones.

P. Pero Arzalluz les ha advertido que un pacto en Álava con el PP tendría consecuencias fatales en las demás provincias.

R. El PNV se lleva equivocando de forma radical durante mucho tiempo. Teniendo en cuenta que, además, se ha cumplido un año sin asesinatos de ETA, el PNV yerra al apostar por la comunión nacionalista. Se equivocó al no intentar llegar a acuerdos con el PP en materia penitenciaria, al trasladar la Asamblea de Municipios a Pamplona, haciendo que gane UPN, al firmar el pacto de legislatura con EH, y me preocupa que se sigan equivocando después del 13-J. Sigue sin hacer la reflexión sobre su ubicación en el espectro político. No lo sabe, pero ese es su problema.

P. Arzalluz ha bautizado el acuerdo de los socialistas navarros con UPN-PP como el "compadreo socialista con la derecha".

R. Ni Arzalluz, ni HB, ni nosotros podemos retirar al PP de la circulación política; ni al PP ni a HB. Hoy sería ilógico hacer un pacto como el de hace cuatro años para retirar de las alcaldías a HB, porque el panorama ha cambiado. HB ha evolucionado y nosotros tenemos un voto prestado de votantes del PNV a los que el tándem Egibar-Otegi les da miedo. Si el PNV condiciona posibles acuerdos con el PSE a que no respetemos las listas más votadas en Álava, será la enésima pirueta de este partido, al que respeto porque considero que sin él no se puede hacer nada en Eukadi.

P. En cierta manera, asume que la postura del PSE puede tener un coste en términos de poder.

R. Sí, claro. Es evidente que nos podemos quedar en la oposición en las diputaciones, pero estamos hablando de principios, no de cuotas de poder. Lo digo de verdad. El PSE no va a participar en ninguna operación para fragmentar o poner en riesgo al nacionalismo, como quiere el PP, pero tampoco vamos a urdir una complicada trama política con el PNV para que el PP no gobierne en Álava.

P. ¿Y no se vería extraño un pacto en Álava entre el PSE y el PP, dos partidos nacionales cuyo enfrentamiento traspasa el umbral de lo político, y a escasos meses de las elecciones generales?

R. Es razonable que en Álava se defienda la lista más votada, pero esto no quiere decir que obligatoriamente PSE y PP tengan que llegar a acuerdos. Partimos del principio de no arrebatar a la lista más votada el derecho de liderar la institución, pero nuestra posición de partida es votar a nuestros candidatos, porque eso es lo que nos ha dicho la sociedad.

P. Usted recibió muchas críticas cuando sacó al PSE del Gobierno vasco; ahora podría pasar lo mismo y ser acusado de dejar al socialismo fuera del poder.

R. Estoy en política para que la gente sepa lo que pienso, y no voy a admitir de ningún partido que me tomen por el pito de un sereno. En el PNV ya lo saben en este momento, pero también saben que mi predisposición como secretario general del PSE es de llegar a acuerdos con ellos. El PSE ha aprendido mucho del PNV en los años de colaboración, incluso a no dejarse torear ni una sola vez más.

P. ¿Qué consecuencias ha sacado de sus varias conversaciones con HB?

R. Vemos que hay posibilidades de normalización política y vamos a seguir hablando con HB. No nos hemos puesto de acuerdo, pero las relaciones han sido leales.

P. ¿Y en el futuro próximo serán posibles los acuerdos?

R. No. Hablar sí, pero lo demás no, porque HB tiene que llegar a dos principios: aceptar las reglas de juego democrático y renunciar a la violencia como medio para conseguir objetivos políticos.

P. El PNV dice que eso ya está hecho y firmado por HB.

R. Hay que reconocer que han recorrido un camino importante, pero es insuficiente. El problema que podemos tener con HB es el que se tiene con un niño, darle siempre caramelos o castigarle siempre. Pues ni darle siempre caramelos, como hace el PNV, ni castigarle siempre, como hace el PP. Hay que obligarle a que recorra todo el camino.

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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