Buena gente
JUVENAL SOTO Los oyes, los ves, y lo sabes: éstos del Partido Popular son buena gente. Oyes a Arenas Bocanegra, ves su estampa plantada en el televisor, y ya sabes que estás ante un tipo que no soltará ni una verdad, por mucho que te empeñes en fijar tu mirada televidente en los ojos de ese hombre que jamás te mirará a la cara. Con los rabillos de sus ojos huidizos este hombre está como en otra cosa, como esperando la cornada de un bicho que lo trompará por la espalda. Mi padre, que votaba a esta gente, me dijo que un tipo que evita mirarte a los ojos cuando habla no es de fiar. Llegan las elecciones, éstos del Partido Popular mandan para Andalucía a unos tipos que difícilmente encontrarás en el más divertido de los circos. Aparece uno de ellos llamado Arias Salgado -benefactor de nuestro espacio aéreo-, pone los ojos en blanco frente a una de las hondonadas de la autovía Málaga-Estepona, levita por encima de la recua de paniaguados que le acompaña, suelta una profecía: Lo del AVE para Málaga es cosa hecha, con o sin los fondos de cohesión europeos. Pasan las elecciones, el grupo socialista del Senado presenta una propuesta por la que el Gobierno de España debe comprometerse a lo del AVE para Málaga. Nada, nones. Esta buena gente, senadores del PP, dicen que ¡anda ya!, que aquella promesa no fue más que cacahuetes para los monos. Son gente buena. Pactan con el GIL en la Diputación de Málaga -hablo de hace cuatro años, cuando Gil era el mismo Gil que ahora, y nadie, tampoco éstos del Partido Popular, ignoraba sus hábitos indecentes-, deciden acometer el saneamiento integral de la Costa del Sol, la idea no parece mala -limpia es-, y el Gobierno andaluz propone, por fin, que ese saneamiento se extienda a toda la costa de Andalucía, una parte de España que vive del turismo y cuyos trabajadores se irán al garete si la mierda continúa flotando en las aguas del litoral andaluz. ¡Qué idea!, dicen éstos del Gobierno de España antes de las elecciones. Votamos, la buena gente del PP en el Senado manda el proyecto a freír puñetas. Son buena gente. No hay más que oírlos y verlos: éstos del PP son de fiar. Pactan a su modo con los nacionalistas -hubo, hay y habrá pactos con los nacionalistas, pero fueron, son y serán de otro modo- para pillar el poder que imaginaron iban a capturar por mayoría absoluta. Pactan con los nacionalistas y pasan cosas que nunca imaginó nadie, porque esos pactos implican concesiones para los nacionalistas vascos y catalanes inimaginables hasta ahora para el resto de los españoles. Dinero de todos a manos llenas sólo para catalanes y vascos. Pasan las elecciones municipales, la izquierda decide pactar con la izquierda para gobernar municipios y diputaciones, pero éstos del PP hablan de robos a la voluntad popular. Para ellos casi todo es un robo a la voluntad popular, excepto las carajotadas de Rojas-Marcos, faraón cutre de Sevilla. Éstos del PP, y algunos otros, son buena gente. Los oyes, los ves, y lo sabes: con ellos ahí no hace falta la gente mala.
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