Perfume
DE PASADAEse artículo de fe que por convención solemos denominar Granada ha sido convertido en un perfume. El lenguaje de los aromas, en contra de lo que se cree, tiene una sintaxis provista de reglas singulares, una caligrafía e incluso una semántica precisa. Los perfumistas escriben con olores las ciudades, las sensaciones y los matices del atardecer, y los encierran en recipientes singulares para que podamos prendernos, por ejemplo, en el pulpejo o en los pulsos una ciudad completa o un dios menor. Un servidor, sin ir más lejos, tiene ahora mismo Granada en la axila y la puede transportar con más comodidad incluso que un periódico doblado. La principal ventaja de llevar Granada en el sobaco es que ya no es necesario transportarla en la cabeza. El cráneo, liberado del peso de la ciudad, se convierte en una prominencia tan liviana como la gasa. El patronato de Turismo de la Diputación ha respaldado la propuesta del perfumista Ramón Béjar de idear un aroma que contuviera la ciudad. El perfumista mezcló las fragancias y compuso uno singular que "evoca imágenes de su costa, de Sierra Nevada, de sus vegas mediterráneas y de su vergel tropical". Este cronista se ha asomado al perfume y, en efecto, ha visto por allí, y ha saludado, a la estatua del aguador con burro de la plaza de la Romanilla; a la línea sinuosa hasta el mareo de la carretera a la Costa; a un perro cojo que dormita en Monachil, y al mendigo manco que toca la armónica junto a la catedral. Antonio India, presidente saliente de la Diputación, asistió anoche a la presentación del perfume, y luego se marchó en olor de multitudes, esto es, de las concretas multitudes de Granada reunidas en el frasco del perfume. No se percibe bien, sin embargo, si en esta ciudad de emanaciones está Gabriel Díaz Berbel de alcalde o José Moratalla. Quizá el perfumista tenga que distribuir de aquí al 4 de julio una versión ampliada con los últimos acontecimientos. ¿Qué elementos odoríferos tendrá que amasar Ramón Béjar para componer un Ayuntamiento tripartito de olor? ¿Living de ginebra de Bombay, esencia del árbol de la lluvia, jenjibre, vainilla o bergamota? Lo importante, sin embargo, es haber logrado resumir Granada en un aroma único y múltiple, y que podamos proclamar, o quejarnos, de que huele demasiado a Granada, igual que huele a pies, a gamba cocida o a pobre. ALEJANDRO V. GARCÍA
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