Territorio libre
Entre todas las Ligas europeas, la española es la que presenta una gama más variada de estilos, lo que se puede interpretar como indefinición o como un rasgo de generosidad. Al campeonato italiano, al alemán y, últimamente en menor medida, al inglés se les puede interpretar como un todo compacto. Hay diferencias de matices, pero los equipos están entroncados alrededor de la misma raíz futbolística. Por eso, el caso del Liverpool resultaba excepcional en Inglaterra en los años setenta y ochenta: sus rivales tiraban en una dirección y los reds en la contraria, con su exquisito passing game. El Liverpool tenía razón y ganaba campeonatos a troche y moche. Pero lo normal es moverse alrededor de un único modelo. Lo interesante de nuestra Liga es su diversidad. La clasificación final dice mucho sobre la tendencia liberal de nuestro fútbol. Los cuatro primeros equipos representan escuelas absolutamente contrarias entre ellas. Las diferencias comienzan por el dibujo táctico. El Barça utiliza un 4-3-3, que termina por convertirse en 3-4-3 cuando uno de los laterales se incorpora al medio campo, e incluso en el 2-5-3 cuando los azulgranas buscan su versión más incisiva. La profusa utilización de los extremos es otro rasgo singular del Barça, y lo mismo ocurre con la teoría de Van Gaal sobre la posesión del balón.
Cúper ha utilizado en el Mallorca el viejo 4-4-2, con un solo medio centro (Engonga) y con Ibagaza de enganchador. Este dibujo es tan clásico que muchos dudaban de su utilidad en el fútbol actual. "Na da equilibrio", decían los escépticos. Pero si algo ha distinguido al Mallorca ha sido el equilibrio que le ha servido para alcanzar el tercer puesto, llegar a la final de la Recopa y recibir menos goles que nadie en la Liga.
En el Valencia, Ranieri ha frecuentado el 5-3-2, puesto de moda a mediados de la década anterior. Sobre el estilo, el de Ranieri se sitúa en las antípodas del que preconiza Van Gaal. El técnico italiano, que desprecia la posesión de la pelota, arma sus ataques a través del acoso, la recuperación de la pelota y los lanzamientos largos a sus rapidísimos delanteros.
Queda el Madrid, que ha sido un pastiche de todo lo anterior. Paciente y controlado en los primeros tiempos de Hiddink, descontrolado en la última etapa del técnico holandés y difuso bajo la dirección de Toshack, que ha utilizado preferiblemente el 4-2-3-1 y el el 5-3-2 para encajar las piezas de un equipo relevante por sus individualidades e irrelevante en el capítulo colectivo.
Estamos, por tanto, ante una Liga extremadamente permisiva con los estilos. Se trata de una buena noticia, porque en la diferencia está el gusto. Pero cuando se habla de matices hay uno que no se puede dejar pasar por alto: los cuatro primeros equipos han sido dirigidos por técnicos extranjeros. Más aún, desde Molowny, en 1986, ningun entrenador nativo ha ganado la Liga.
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