Balcón "desastre"
JUANJO GARCÍA DEL MORAL Los primeros bocetos del proyecto del Balcón al Mar, que pretende ganar la dársena interior del puerto de Valencia para uso y disfrute de los ciudadanos, dan un poco de miedo: ese magnífico espacio, que supone una oportunidad única para la ciudad, equiparable a lo que significó la recuperación del antiguo cauce del Turia y a lo que podría ser en el futuro el Parque Central, puede acabar convertido en un balcón desastre, por la cantidad de usos -algunos difícilmente compatibles- que se le pretende dar. Es un proyecto emblemático -que no es nuevo pero que ha hecho suyo la alcaldesa popular, Rita Barberá, quien aspira a convertirlo en el principal hito de su tercer mandato al frente del Ayuntamiento-. Pero la importancia de la intervención obliga a actuar con prudencia. No estaría de más convocar un concurso de ideas, hacer un estudio de usos y, en definitiva, pensárselo bien antes de empezar, no vaya a ser que se malogre la idea y salga un churro. El espacio ofrece muchas posibilidades, sin duda, pero no cabe todo. Tiendas, cines, pirulí con restaurante giratorio, zoco, jardines, embarcadero, escuela de vela, de submarinismo, pista de hielo, escuela y club de remo, barcas de alquiler, base de piraguas, gimnasios, base de submarinos turísticos, fuente cibernética flotante, terminal de grandes cruceros y hasta una llamada cueva virtual del mundo submarino. Ya me explicarán cómo se come todo eso junto. Imagínense a los grandes barcos de crucero sorteando a los pequeños optimist de la escuela de vela, a las piraguas y a las barcas -ya sólo faltarán pedalots- manejadas por lobos marinos sin más experiencia que la de Vacaciones en el mar pero en una dársena interior más concurrida que la Gran Vía. Imagínense a los submarinistas tratando de salir a la superficie entre tanto barco. Por cierto, ¿qué hace un buceador en una zona que, al ser un cul de sac y soportar tanto tráfico, difícilmente tendrá una visibilidad superior a los dos metros? ¿Y los submarinos turísticos? Puestos a poner, pongan un tobogán desde el pirulí hasta la dársena y una escuela de esquí náutico y una reserva de pesca... ¡Y dos huevos duros!
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