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Intereses

Seguramente los resultados electorales con mayorías absolutas son excepcionales, consecuencia de situaciones poco estables por una y otra razón. Seguramente, sólo cuando los ciudadanos ven debilidad en el sistema o cuando creen en la posibilidad de cambios sociales importantes y trascendentales es cuando se pronuncian tan rotundamente. Ocurrió en España, en octubre del 82, fecha histórica y trascendental para el futuro de un país que venía de indignidades varias y se buscaba en la libertad. Seguramente, como consecuencia de la estabilidad del sistema, no volveremos a vivir una situación de gobiernos con mayoría absoluta, a no ser que vuelva a haber un partido que encuentre un discurso nuevo que estimule los sueños de una sociedad que camina hacia el siglo XXI, segura pero no ilusionada. Las últimas elecciones han repartido votos de manera que nadie pueda creer que está en posesión de una confianza aplastante. Ahí surge la necesidad de los pactos, de los que algunos opinan que no es más que "mercadeo". Pero los pactos son democráticos y sirven para hacer gobernables situaciones a veces complicadas y otras para algo tan legítimo como sumar los votos de dos partidos de izquierdas o dos de derechas, hacer una mayoría, no inventada sino absolutamente democrática y lograr que gobiernen aquellos con los que esa mayoría se siente ideológicamente identificada. Es curioso que algunos de los que se escandalizan por los pactos en Andalucía apuesten por pactos, por ejemplo en el País Vasco, con tal de que lo hagan los llamados constitucionalistas contra los llamados independentistas, animando a que se consume una situación de riesgo como la que puede provocar el consagrar un frentismo que a nada bueno conduciría. En principio, no es arriesgado desconfiar de los verdaderos intereses de quienes así se manifiestan y en todo caso la apuesta aquí y en cualquier lugar debería ser por alianzas entre partidos en la misma línea ideológica, porque los ciudadanos entregan sus votos y confían, pero sobre todo apuestan por unas políticas u otras según la ideología declarada de cada partido y todos deben recordar que cuatro años no es nada, y a veces muchos menos, si lo que se hace al pactar deja en evidencia intereses más allá de los estrictamente ideológicos.Mª ESPERANZA SÁNCHEZ

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