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FÚTBOL 38ª y última jornada de Liga

El Celta olvida hacer caja

Un golazo de Solari deja a los de Víctor Fernández sin Liga de Campeones y garantiza una plaza UEFA al Atlético

Durante meses se ha dicho que su fútbol es el más espectacular, y basó precisamente el Celta sus éxitos en un rendimiento sensacional en Balaídos. Pero cuando llegó la hora de hacer caja al equipo vigués le temblaron las piernas y el estadio perdió su embrujo. Se lo arrebató el Atlético, que logró lo que hacía 18 meses que nadie conseguía: vencer en un campo imposible, en el llamado fortín de Balaídos. El club vigués fue a perder su primer partido en casa en la última jornada y se quedó por ello sin su Liga de Campeones. Tendrá la próxima temporada el mismo premio que el denostado equipo rojiblanco: disputará la Copa de la UEFA. Será la tercera vez que lo haga en toda su historia, pero es sin duda el éxito más amargo que el celtismo ha experimentado jamás. Le queda al equipo vigués el consuelo de atribuirle sus males a la desventura. Cayó de Europa esta temporada sin sensación de justicia, y el tramo final del campeonato de Liga fue un eterno parte de bajas. A medida que perdió a sus jugadores más cruciales se diluyó aquel fútbol espectacular que arrasó estadios como Anfield, Villa Park o el Bernabéu. Pero le quedaban ganas de pelea y la indescifrable protección de Balaídos.

CELTA 0

ATLÉTICO 1Celta: Dutruel; Michel Salgado, Cáceres, Djorovic, Berges; Karpin (Gudelj, m.76), Óscar Vales (Tomás, m.46), Makelele, Revivo; Sánchez (Jordi Cruyff, m.46) y Penev. Atlético: Molina; Mena, Geli, Santi, Chamot; Aguilera (Roberto, m. 43), Bejbl, Valerón, Lardín (Juninho, m. 72); José Mari y Solari (Juan González, m. 75). Goles: 0-1. M. 9. Valerón se interna en el área por la derecha, se deshace de tres rivales y cede a Solari, que tumba a Djorovic dejando pasar la pelota por entre las piernas y bate a Dutruel con un tiro raso con la izquierda. Árbitro: Díaz Vega. Mostró tarjeta amarilla a Geli, Penev, Solari y Valerón. Lleno total en Balaídos. 33.000 espectadores.

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Todos esos poderes quedaron seriamente amenazados con el primer tanto del Atlético, una combinación perfecta de una jugada diabólica de Valerón por la derecha y una maniobra exquisita de Solari por el centro.

Le bastaba un gol al grupo de Víctor Fernández para enderezar el encuentro, pero, primero con un fútbol deficiente y después enredado en el candado de Antic, se perdió el récord del estadio vigués, tumbó el Atlético al Celta y la Liga de Campeones, una zona de la tabla de la que casi no había salido en todo el curso, se fue para Valencia. Cuando se esfume la frustración de ayer, le quedará el consuelo al celtismo de repetir presencia en Europa.

El partido comenzó espeso, como tantos desde la lesión de Mazinho, que ha dejado muy mermmado el Celta en la recta final del campeonato. Faltaba también Mostovoi, el jugador que aporta el desequilibrio, el gran responsable del carácter letal en la zona de la verdad.

Además, la grada clamó Jordi Cruyff y Víctor Fernández contestó Sánchez. Se le pidió también al técnico celeste a Tomás en el sitio de Óscar Vales, pero Fernández no arregló aquello hasta la segunda parte. La pasividad de Sánchez irritó a la hinchada. Venía sacando el Celta últimamente sus partidos en el cuerpo a cuerpo, y futbolistas como el valenciano no sirven para ese compromiso.

El tono pastoso que predominó en el inicio se prolongó durante toda la primera mitad. Contribuyó lo suyo el Atlético, que cazó un gol a los nueve minutos y se dedicó desde entonces a ponerle cadenas al espectáculo. Tuvo Valerón cinco minutos después del gol la ocasión de asestar un golpe definitivo en un mano a mano con Dutruel, pero el balón, que recibió tras una pared exquisita con Solari, se fue al palo. Jugó desde ese momento el Celta con una enorme sensación de vulnerabilidad. Sumó ocasiones, pero no con el fútbol que le caracterizó este invierno, sino gracias al empuje de jugadores comprometidos con la causa como Salgado, Karpin o Penev.

Víctor Fernández escuchó la voz del graderío y comenzó la segunda mitad con Jordi y Tomás en el campo. El partido se transformó por completo y el Atlético comprendió que su futuro pasaba por la trinchera. Se metió en la cueva y probó fortuna en contragolpes de un peligro enorme. Fue la clásica batalla contra un muro.que ya se conoce cómo suele terminar.

Con Dutruel rematando los saques de esquina y el balón perdido entre las piernas de decenas de jugadores concluyó el partido. Hasta falló una fórmula que nunca hasta ahora le habido salido masl al Celta: la entrada de Gudelj en los minutos finales provocó un rugido en la grada, acostumbrada a los goles definitivos del delantero serbio. Pero se truncó el efecto Gudelj porque funcionó el factor Molina, que resolvió todo su trabajo, salvó la temporada de su equipo y empañó la del rival. Pese a todo, el celtismo no podrá olvidar este curso jamás.

Y pese a todo, pese a la clasificación para Europa y la final de la Copa del Rey, es probable que el aficionado del Atlético también tarde en olvidarse del año que le dieron los suyos. Jugaron con la promoción, lo perdieron todo en la segunda vuelta y casaron desastre con desastre. Un final feliz para una temporada terrible.

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