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La viuda de un taxista degollado contradice al supuesto asesino

La viuda del taxista Amador S.M., degollado en 1998 por un cliente cerca de la Gran Vía, aseguró ayer, ante el tribunal que juzga el crimen, que su marido no llevaba nunca armas, en contraste con la versión facilitada en el juicio por el acusado, Rufino José S. P. Éste declaró que acuchilló al taxista después de que éste le amenazase con un arma blanca. La Audiencia de Madrid celebró ayer la segunda sesión del juicio contra Rufino José, para quien el fiscal pide 19 años de cárcel por un delito de asesinato y otro de intento de robo con violencia. La familia del fallecido pide una condena de 22 años. La defensa, en cambio, sostiene que el acusado actuó en legítima defensa, que su patrocinado no llevaba ningún arma y que el taxista murió cuando José Rufino intentó quitarle el cuchillo que portaba la víctima.

La viuda del taxista, Laudelina García, declaró ante el jurado que su marido no llevaba ningún cuchillo en la guantera del coche. Añadió que, tras los hechos, echó en falta del taxi una caja donde su esposo solía llevar el dinero suelto, y describió a su marido como una persona "normal, jovial y muy optimista".

"¡Me matan, socorro!"

También declaró ayer una vecina del lugar donde se produjo la agresión. Ésta sostuvo que vio al taxista con su vehículo parado, como lo estaban otros, pues un coche obstaculizaba el paso de un autobús y la calzada estaba colapsada. "Me fijé en él, y después oí a alguien decir: "¡Socorro, ayúdenme, que me matan!", pero yo pensé que era broma. Después", continuó, "oí un grito de muerte y vi sangrar al taxista como una fuente". Agregó que quiso acercarse al taxi, pero que le dio miedo y que comenzó a gritar y a pedir ayuda. Esta testigo se dirigió en varias ocasiones al acusado y le preguntó si no se acordaba de que, tras el suceso, ella le insultó. Asimismo testificó el empleado de la gasolinera a la que el taxista acudió para repostar, con el procesado dentro, antes del crimen. La víctima no pagó el carburante porque se dio cuenta de que no llevaba dinero encima. El empleado del surtidor confesó que el procesado, cuando comprobó que no tenía dinero, le pidió que se fuera con él para pagarle, y que él le contestó que no podía irse porque estaba trabajando. Añadió que instantes después observó cómo Rufino José y el taxista "empezaban a hablar fuerte".

Varios policías que participaron en la detención del acusado declararon que, cerca de la Gran Vía, vieron salir al acusado del vehículo corriendo, y que durante el arresto presentó mucha resistencia y se mostró muy violento. Además, varios testigos que transitaban por la calle cuando ocurrieron los hechos manifestaron que oyeron gritos y que se concentraron numerosas personas en el lugar, y negaron haber perseguido al acusado con barras cuando éste huía.

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