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La alianza de CASA y DASA impulsa el cambio del consorcio europeo Airbus

La alianza entre el grupo aeronáutico alemán DASA y el español CASA, cerrada el pasado viernes, contribuirá a la transformación del consorcio Airbus en una verdadera sociedad europea privada, según su administrador gerente, Noel Forgeard. En el 43º Salón Internacional de la Aeronáutica y del Espacio, que se celebra en Le Bourget (a las afueras de París), Forgeard aseguró que el acercamiento de dos de los cuatro socios de Airbus "no cambiará nada" el equilibrio interno del consorcio, y British Aerospace prevé incluso otros pactos.

"Mi objetivo es reunir cuatro sociedades en una sola y si veo dos juntas quiere decir que se camina en mi dirección", subrayó el responsable de Airbus, consorcio del que también forman parte Aerospatiale-Matra y British Aerospace (BAE). El presidente de esta última empresa, John Weston, calificó de "excelente" el proyecto de fusión de DASA y CASA. Weston cree que esa alianza ofrece "una oportunidad formidable" para relanzar la transformación de Airbus, bloqueada desde octubre pasado por las divergencias entre sus cuatro socios. El director ejecutivo de BAE, Mike Turner, añadió que "tres en torno a la mesa siguen siendo muchos", y la empresa considera que "en la próxima etapa deberá reducirse el número de socios a dos" mediante un nuevo acercamiento de las compañías.

Además de abordar las nuevas alianzas, las grandes empresas mundiales de aviación y armamento acuden al 43º salón aeronáutico de Le Bourget convencidas de que la guerra de Kosovo les ha ofrecido la promoción ideal para la venta de sus ingenios. La actuación "en el terreno de la verdad", de los aviones, helicópteros y misiles que han protagonizado los ataques a la ex Yugoslavia constituye su mejor aval frente a aquellos modelos de la competencia que no han sido incluidos en la flota aliada por los estados mayores de los países de la OTAN. Los F-16 norteamericanos de la Lockheed Martin, el avión de carga C-17, el caza F-15 de Boeing y los Mirage, Jaguar y Super étendard, del constructor francés Dassault, aparecen como las estrellas del gran salón, sin olvidar la pugna entre los helicópteros Apache norteamericano y los Tigre franco-británico.

Aunque los expertos de los ejércitos se tomarán previsiblemente su tiempo antes de sacar conclusiones y seleccionar los modelos, los efectivos utilizados en la guerra ofrecen la ventaja indudable de haber sido ya seleccionados y probados. La tarea de los constructores queda así limitada a poner de relieve el comportamiento y la eficacia de los ingenios en una "situación operacional". Por vez primera, el salón de Le Bourget ha incluido en la exposición a los aviones de observación que han cruzado insistentemente el cielo yugoslavo recabando información y marcando los objetivos.

La guerra ha colocado además en primer plano de las preocupaciones de no pocos gobiernos el reforzamiento de sus medios de ataque aéreos y la importancia de adaptar los materiales a las nuevos escenarios bélicos. En el caso de las empresas constructoras europeas, la intervención bélica les refuerza en el propósito de relanzar el proyecto de satélites de observación para salvar la actual dependencia de los norteamericanos.

En el plano civil, Le Bourget debe reflejar la pelea entre la constructora norteamericana Boeing y el Airbus europeo y servir de presentación a la nueva sociedad Aerospatiale Matra, núcleo francés del pretendido polo europeo de aviación. Respecto a las previsiones, el especialista estadounidense Teal Group asegura que el mercado mundial de aviones de negocios debería crecer más de un 50% en los próximos diez años. Boeing en cambio prevé que las ventas de aviones nuevos en el mundo en 1999 serán inferiores entre un 30% y un 40% a las de 1998.

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