El nacionalismo gallego se muda a la capital
El BNG persigue el poder de las ciudades tras haber gobernado sólo en pequeños municipios.
, En uno de esos raptos de furor revolucionario que cada día reprime más, Xosé Manuel Beiras, el líder del Bloque Nacionalista Galego (BNG), definió hace tiempo a los municipios en los que gobierna su formación como "territorios liberados". Lo enardecido del lenguaje apenas podía ocultar el escaso tamaño de las conquistas. El BNG sólo gobierna en diez de los 315 totales y ninguno pasa de 30.000 habitantes. Pero la situación podría dar un vuelco, ya que los antecedentes muestran que está echando raíces en las capitales. Así, tiene posibilidades en Vigo, Pontevedra, Santiago, Ferrol y Lugo. Todo dependerá de si el PP alcanza o no la mayoría absoluta y de su duelo con el PSOE por el voto de la izquierda. Hasta ahora, el nacionalismo gallego apenas pintaba. Podía presumir de la longevidad de algunos de sus gobiernos, como los coruñeses de Fene y Corcubión, que datan de 1979, y alardear de sus éxitos en el orensano de Allariz, un pueblo transformado de arriba abajo con un respeto por el entorno ambiental y el patrimonio arquitectónico que le ha valido el Premio Europeo de Urbanismo. Pero, en definitiva, ha tenido pocas oportunidades de demostrar su capacidad de gestión y, por añadidura, el PP se ha esforzado en ponerle la zancadilla: en 1995, le arrebató cuatro ayuntamientos pactando con tránsfugas. Por eso no es fácil adivinar cuál puede ser su actuación si incrementa su poder. El BNG se aferra al ejemplo de Allariz, de 5.000 habitantes, donde el 80% del electorado apoya a su alcalde, Anxo Quintana. Hace poco fue visitado por el príncipe Felipe y el republicano Quintana se comportó como un exquisito anfitrión mientras mostraba sus realizaciones: la remodelación del casco histórico, la recuperación de las riberas del río Arnoia, las urbanizaciones de chalés adosados fieles a la arquitectura tradicional, la planta que produce energía a partir de desechos vegetales o los autobuses que atienden a los vecinos de las aldeas remotas. El triunfo del BNG en Allariz ha contagiado además a dos municipios vecinos, Rairiz de Veiga y Vilar de Santos. En este último los nueve ediles son nacionalistas. En cualquier caso, la situación más parecida a la que puede encontrarse el BNG ya la ha experimentado en O Morrazo (Pontevedra), la península roja, donde gobierna tres municipios que suman unos 50.000 habitantes. Se trata de una zona más bien urbana, próxima a Vigo, en la que formó coaliciones con el PSOE. En Cangas se incorporaron también Esquerda Unida y un grupo independentista que hace dos años provocó una crisis municipal al negarse a condenar el asesinato por parte de ETA de Miguel Ángel Blanco, concejal del PP en Ermua (Vizcaya). Lo paradójico es que ahora, justamente cuando el BNG se apresta al gran salto, las alcaldías de O Morrazo corren peligro. En Cangas y Bueu se vaticina un avance nacionalista, pero, si el PSOE retrocede, el PP podría lograr la mayoría absoluta. En Moaña se ha retirado el regidor, Xavier Abalo, uno de los primeros que tuvierpn los nacionalistas. Lo más novedoso de la gestión del BNG ha sido un plan de reciclaje de basuras que promueven los tres municipios con fondos europeos. Por lo demás, el PP ha empleado todas sus armas contra él. Su candidato en Cangas, Enrique Sotelo, ha actuado como una autoridad paralela. Así, los gobiernos municipales se enteran por la prensa de los proyectos de la Xunta porque las buenas noticias siempre las trae él.
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