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FÚTBOL Ida de las semifinales de la Copa

El Deportivo abusa de la filigrana

El Atlético sale entero por las paradas de Molina y la falta de pegada de su rival

, Cero a cero y todos contentos. El Atlético, porque quedó entero y de pie, que no es poco en estos tiempos; porque además no recibió ningún gol. Y el Deportivo, porque se siente en ventaja, convencido del factor Riazor para la vuelta. La ida no tuvo mucha más historia que los adornos estériles de Djalminha y Turu, el buen hacer de Baraja y, como casi siempre, las paradas salvadoras de Molina. Es una vieja pelea de cierto sector del fútbol: el resultado no debería valer a cualquier precio. Pero tampoco sirve la filigrana por la filigrana, sin intención de gol al fondo. Y por suerte para el Atlético, a eso se dedicó Djalmi-nha toda la noche. El brasileño dejó acciones hermosísimas, malabarismos imposibles, quiebros de todos los colores, cientos de regalos, en suma, para la vista. Pero no ayudó al Deportivo. Atacó contra el amor propio de cada rival no contra su portería. Sacó los colores de Aguilera en un túnel prodigioso, avergonzó sucesivamente a Bejbl, Geli, Santi y Torrisi en otras maniobras de azúcar, pero a Molina no le causó ni un rasguño. Fue la suya una sesión vacía. Bonita, pero vacía. Lo del Turu Flores fue otra cosa. Cada una de sus acciones también estuvo llena de buen gusto, pero cargada de más contenido. Tiene un fútbol extraño el jugador argentino. Corre raro, amaga raro, regatea raro. Se insinúa perdedor en lo que intenta, pero acostumbra a salir airoso en casi todos los casos. Y sus jugadas, por muchos arabescos que le ponga en el camino, tienen la portería como objetivo. Su problema es que busca los goles, pero siempre los quiere marcar de antología. Persigue el gol de su vida en cada lance. Y así el Deportivo pierde eso que se llama pegada. Uno observa a Djalminha y al Turu y concluye sin dudar: ¡qué maravilla de delantera¡ Y sin embargo, uno mira al Deportivo, un equipo bien armado atrás, muy sólido y firme en el centro del campo, y sentencia: muere por su falta de contundencia arriba. Esa contradicción persiguió ayer al cuadro gallego. Fue mejor durante una hora, desnudó al Atlético con frecuencia por el centro y por afuera y hasta enseñó esa delantera dulce reseñada, a la vez imposible de frenar e inofensiva. Careció de gol el Depor. Y precisamente de eso se trata. Los partidos no se ganan a túneles, engaños, regates y virguerías. Lo que suman son los goles. Con todo, el entramado deportivista dio para media docena de buenas ocasiones, de esas que llevan el letrero de gol colgado. Pero el Turu, por tres veces, Djalminha, Hadji y Donato se estrellaron con Molina, a quien su equipo vuelve a deberle la vida. Es curioso lo de este Atlético: posee una plantilla en ruinas, carente de todo menos de portero, y es precisamente un cancerbero (Toni) lo que ya tiene fichado para el próximo curso. El Atlético, no obstante, enseñó mejor cara que otras veces. Realmente no fue el esperpento de la Liga. Hubo más orden, más coherencia y más fortaleza mental. Se mantuvo de pie, toda una noticia. A ello ayudó el perfil consistente que Antic dio al once y ayudó, sobre todo, Baraja. El chico de la cantera es de los rojiblancos el que mejor entiende este oficio. Se plantó en la media cancha, se ajustó los machos y desde allí organizó al Atlético: abrió el juego con criterio, cerró espacios, se ofreció, equilibró... logró que la batalla del centro del campo por una vez estuviera reñida. Al menos no tan inclinada del lado contrario como otras tardes. Los rojiblancos lo pasaron mal, pero también encontraron su momento, sobre la hora de juego, cuando el Deportivo amenazó con bajar los brazos y se replegó; cuando Antic decidió reconstruir su alineación y quitó del campo a Aguilera y Lardín, inoperantes en las bandas, y metió a Valerón, un gramo de talento en mitad del océano. La presencia del canario tuvo un efecto inmediato, tres minutos en los que el Atlético apareció crecido, decidido a llevarse el partido por delante. 180 segundos que dieron para que José Mari metiera por dos veces en un lío de consideración a Songo"o. Pero al rato el Atlético se de-sinfló. El Deportivo recuperó el mando, ya sin pretensiones ofensivas. Movió la pelota de lado a lado, dio por bueno el resultado y aguardó sin pisar el área enemiga a que Daudén, que ya había dejado claro que no iba a castigar con la máxima pena ninguna caída, decretara el final.

Atlético: Molina; Geli, Santi, Torrisi, Serena; Aguilera (Valerón, m

65), Bejbl, Baraja, Lardín (Mena, m.65); José Mari y Juan González (Roberto, m.77).Deportivo: Songo"o; Manuel Pablo, Naybeb, Schurrer, Romero; Ziani, Donato, Mauro Silva (Bonnissel, m.85), Hadji (Manjarín, m.74); Djalminha (Scaloni, m.83) y Turu Flores. Árbitro: Daudén. Enseñó tarjeta amarilla a Aguilera, Donato y Naybet. Partido de ida de las semifinales de la Copa del Rey. La vuelta se disputará el próximo martes en el campo de Riazor. 20.000 espectadores en el campo del Vicente Calderón. En el minuto 37, con el partido en juego, se pusieron misteriosamente en marcha los aspersores de agua del césped.

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