Título desafortunado
Creo que fue muy desafortunado el titular elegido para encabezar una entrevista que me hizo su periódico y que apareció el pasado sábado día 15 de mayo en la sección Madrid.Desafortunado porque distrae, con una apostilla fuera de contexto, de lo que allí se quiso señalar como un aspecto sobresaliente de la entrevista, a saber, que el oficio de profesor de la universidad es, a mi juicio, un lujo intelectual y un quehacer privilegiado del que hay que responder socialmente.
No se me escapa, y así dije, que, como sucede en cualquier relación entre humanos, mucho más si se comparte oficio, espacio y poder, las desavenencias y las luchas son inevitables, y la universidad no es, obviamente, una excepción a esta regla universal.
En lenguaje coloquial, tal afirmación admite muchas variaciones sintácticas y semánticas, algunas de las cuales, seguro, fueron usadas distendida y familiarmente en la entrevista dado el talante cordial con el que se desarrolló. Sin embargo, la expresión elegida, que omito deliberadamente, daba al titular un matiz desagradable y ciertamente feo por los términos empleados pero, sobre todo innecesario ya que, a mi entender, resalta un aspecto de la convivencia universitaria, que, por común a tantos otros mundos, no merece una especial atención. Lo cierto es que esas palabras, así ordenadas, me resultan ajenas y no puedo reconocerme en ellas. Le ruego que no dé a esta carta categoría de protesta. Es, sencillamente, una aclaración que he creído ineludible.- Defensora del Universitario. Universidad Autónoma de Madrid.
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