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Destapar, consolidar y recuperar

El monasterio de las Descalzas Reales nació como palacio a principios del siglo XVI. En 1955 se convirtió en convento, pero la huella de su origen palaciego se advierte todavía en detalles que no pasan nada inadvertidos. Como en la majestuosa escalinata de estilo renacentista. De su primera época son también los azulejos de Talavera que, hasta hace muy poco, se han guardado en cajas. Gracias a un concienzudo trabajo, en el que también participaron las monjas, se han unido varios de ellos, de forma que ahora decoran varios altares.Las obras de acondicionamiento en este convento han ayudado a despejar detalles sobre su historia y su primitiva apariencia. En una esquina del claustro se ha descubierto un grupo de tres finas columnas de mármol italiano, muy airosas. "Así se puede documentar cómo era el convento en un principio. Tendría un patio de columnas señorial, que posteriormente se adapta al concepto de convento", explica Ana García, conservadora de las Descalzas. Otras sorpresas que han llegado con las obras son unos frescos en el claustro. "Se sabía que en algún momento estuvo pintado. Se hizo una cata y aparecieron restos de unos frescos. Algún día se incluirá en una campaña de restauración, porque ahora no estaba presupuestado", explican en Patrimonio Nacional, responsable del convento. Oculto tras una capilla ha permanecido durante siglos otro fresco al que habrá que aplicar el proceso lógico en estos casos: destapar, consolidar (evitar que se derrumbe) y ver si se puede recuperar.

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