Culto al movimiento
Cuerpos Danone embadurnados en brillantina, ropa escueta adherida a la piel, piercing repartidos por distintos puntos de la anatomía y colores chirriantes hasta para un daltónico. Gran parte de los casi 30 grupos que desfilaron por el cuarto World Dance Costa del Sol se ajustaron, como era procedente, al más estricto look dance. Y, salvo contadas excepciones, todos demostraron una extraordinaria habilidad para contorsionarse sobre el escenario. Que de eso se trata la música dance: dar botes, girar, saltar, dominar el cuerpo y quemar calorías al compás de ritmos machacones. La letra y las cualidades vocales son lo de menos. "Sois cojonudos", dijo Fernandisco para abrir el espectáculo. Y claro, los jóvenes concentrados en la explanada del puerto se dieron por aludidos. "Eah, eah, eah", le respondió una masa con los brazos en alto. Ya quisieran los políticos en los tiempos preelectorales que corren, tener la capacidad de convocatoria de este showman, figura de Los 40 Principales de la Cadena SER, organizadora del evento. Con el Málaga todavía pendiente del ascenso, Fernandisco tenía chupado lo de meterse al público en el bolsillo: "Mañana, a primera". Y la multitud se enardecía. La fiesta se fue calentando a medida que avanzaba la noche. Adamski, Nitebreeds, Renania, Natalia Oreiro, Dj Kun, Jocelyn Brown, Anne Lee, Brooke Russell, Jams, Kadoc y Whigfield, entre otros, deleitaron a sus fans, mayoritariamente adolescentes. Según los organizadores, el último World Dance del milenio congregó a unas 200.000 personas. Las fuerzas de seguridad calcularon la asistencia en menos de la mitad. Diferencias a parte, el puerto estaba a tope de gente. Incluso hubo quienes siguieron el espectáculo desde detrás de la verja, donde los vendedores ambulantes desplegaron sus chiringuitos desde bien temprano para no perderse ni un cliente. Las actuaciones comenzaron con puntualidad británica: a las 10 de la noche. Y se sucedieron sin tregua hasta las 3,30 de la madrugada. A tenor de los botes que daban los asistentes, eso querían. El público no llegó a enterarse, pero sobre el escenario estuvo Enrique Iglesias. Subió para ver de cerca el World Dance, pero por lo visto quería pasar inadvertido. No lo consiguió. Tan pronto como bajó del escenario, un enjambre de jovencitas se le arremolinó a su alrededor. Repartió besos y algún autógrafo. Hasta las azafatas dejaron sus puestos para tocar al ídolo. Mientras, la cantante de Avant Garde, embutida en un mono de camuflaje militar, con unas esposas al cuello a modo de collar, no dejaba decaer al personal. La noche acompañó. Fresquita, ideal para sobrellevar el amontonamiento. Los 130.000 watios de sonido tampoco fallaron y la fiesta transcurrió sin problemas. Hubo hasta fuegos artificiales. Eso sí, la organización pasó algunos nervios porque Jocelyn Brown debía cerrar el concierto, pero no aparecía. Finalmente llegó, actuó y gustó. El World Dance Costa del Sol fue el primero que se organizó en España. Su éxito llevó a repetir molde en Madrid, Sevilla, Barcelona y Córdoba. Casi 400 personas trabajaron el sábado para que los jóvenes se divirtieran. No hubo incidentes, salvo algunas intoxicaciones etílicas que fueron pecata minuta, para el aluvión humano que había en el puerto. Entre actuación y actuación por las pantallas gigantes se sucedían anuncios. En uno de ellos, una joven enseñaba a su vecino que "eso" era ruido, pero que ella hacía música. Allí, todos la comprendieron.
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