Rosa Gil Propietaria de [HH] Casa Leopoldo
¿Cómo asimila el distrito el mestizaje? R. Yo misma soy hija de la emigración y he vivido en el corazón de Ciutat Vella, en el Raval, toda la vida. Para los pocos ya casi históricos que quedamos aquí, se nos hace difícil asimilar la nueva emigración, porque es muy distinta. Son gentes de culturas tan radicalmente diferentes y, la mayoría, muy cerrados en sí mismos. Por eso, la inmigración actual no tiene nada que ver con la que protagonizó mi generación, porque nosotros nos integrábamos. Viviendo y trabajando en el distrito, ¿cómo valora su transformación? R. Urbanísticamente, los cambios experimentados son positivos porque el antes siempre había tenido un punto de marginalidad, sobre todo a partir de la entrada de la droga, que provocó la marcha de mucha gente, preferentemente de las generaciones jóvenes. La gente mayor predomina ahora y para reavivar la zona hace falta juventud. La desproporción se ve con claridad en la mayoría de los pisos nuevos construidos para realojar a los afectados por las reformas urbanísticas, que pasan a ser ocupados por personas mayores que viven solas. El barrio está ganando urbanísticamente, pero hace falta recomponer el tejido social: que venga más gente joven a vivir aquí. ¿Qué sugeriría para atraer a la juventud al barrio? R. Dentro de Ciutat Vella y del Raval hay dos caras: la culta y la oculta. De la calle del Hospital hacia arriba es una historia, y otra muy distinta hacia abajo. Aunque se abran plazas y se hagan pisos, hace falta algo más para atraer a la juventud. Por ejemplo, el Raval carece de centros de atracción, ni siquiera tiene cines. Yo pienso que se necesita aplicar las fórmulas que han funcionado en otras partes de la ciudad, como revitalizar económicamente las zonas deprimidas. Parte del Raval lo sigue estando.
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