Martínez y las comparaciones
Existen vocaciones suspendidas de osadías pasajeras o carambolas arbitrarias. La de Alberto Martínez, por ejemplo. El corredor del Euskaltel-Euskadi ha bebido del cóctel de lo improbable para señalarse, de golpe, como un ciclista sobresaliente. Fue en la primera etapa del Midi Libre, una prestigiosa carrera francesa en la que suelen citarse aquellos que luego animan el Tour. Y fue a la antigua, al término de una escapada interminable con victoria y liderato incluidos. Hecho y a soñar. Mientras, nadie dudaba en conceder al perfil robusto del pasaitarra (1,76 metros; 68 kilos) de 23 años un aire de ilusión, de afortunado efímero. Martínez se sostuvo así hasta la última etapa, después de firmar un segundo puesto en la contrarreloj que convirtió en tangible su candidatura: "Desde ese día, el pelotón empezó a respetarme", confirma. Martínez se compara a Olano, fuerte como él, procedente de la pista, no muy brillante en las categorías inferiores y, sobre todo, hábil al explicarse con el reloj. A partir de hoy podrá estudiar qué les separa.
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