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Entrevista:CÉSAR CHAPARRO - RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE EXTREMADURA

"Las universidades nos estamos olvidando del estudiante"

El veterano rector de la Universidad de Extremadura, César Chaparro, habla del poco interés de los alumnos por ir a clase, de la culpa que de ello tienen los profesores y la propia institución universitaria, y de cómo buena parte de los docentes dictan en clase amarillentos apuntes en vez de dar clases novedosas. Dice que la clave para hacer un buen trabajo como rector está en el equilibrio, en no inclinarse hacia ningún lado más de la cuenta, pero deja claro que esa diplomacia no le hace ser menos franco.Chaparro está casado, tiene 50 años y es extremeño, de Don Benito. Es catedrático de Filología Latina, a la que defiende desde la presidencia de la Sociedad de Estudios Latinos. Su universidad, que está en pleno 25º aniversario, ha crecido en los años noventa (de 16.000 a 27.300 estudiantes) y se ha desarrollado (de 21 a 76 titulaciones) de su mano. En ocho años de gestión, ha vivido la expansión y actualización de su universidad, apoyado por la Junta de Extremadura, algo necesario en los centros nacidos sin apenas planificación en los años setenta con el claro objetivo de descongestionar la Universidad española.

Pregunta. ¿Cómo es que un profesor de latín se ha metido en estos asuntos? Respuesta. Todo empezó en 1982, cuando me nombraron secretario general de la universidad, de ahí pasé a ser decano de la Facultad de Letras, y desde 1991 estoy al frente del rectorado. Al principio intenté compatibilizarlo con las clases, pero hace cuatro años lo acabé dejando. Me acordé de lo que me decía una profesora: "No intentes hacer dos cosas bien, haz sólo una, pero hazla bien".

P. Como latinista ¿cómo ve laenseñanza de las lenguas clásicas?

R. Hemos pasado de una época de latín para todos a otra de latín para nadie. Lo que hay que defender es latín para quien quiera. Estos tiempos están siendo malos para las humanidades y, sobre todo, para las lenguas clásicas y la filosofía, por el ordenamiento que se ha hecho de las enseñanzas medias. Tiene que venir una época en la que la cultura clásica esté en el sitio que le corresponde. Las lenguas clásicas te introducen en una forma de pensar más racional y estructurada, además de ser raíz de nuestra civilización. En Estados Unidos está habiendo ya un boom de los estudios clásicos.

P. ¿Como reacción al otro boom, el de las enseñanzas instrumentales?

R. Sí, porque con las materias puramente instrumentales no se forma la manera de pensar, de actuar y de comportarse: las capacidades para la vida.

P. Los alumnos están poco motivados y poco interesados en participar en la institución, como demuestra el hecho de que la participación en las elecciones no suele superar el 20%.

R. De eso hemos tenido mucha culpa las universidades y la propia Ley de Reforma Universitaria (LRU). Cualquiera que examine el ordenamiento verá que no hay incentivación para la docencia. El profesorado se ha inclinado mayoritariamente hacia la investigación, no tiene práctica en la docencia.

P. ¿Se resiste el alumno a ir a clase?

R. Sí. Hay mucho absentismo. En las carreras técnicas menos, pero en las de ciencias sociales, jurídicas y de humanidades hay un absentismo inmenso. El alumno va cuando se le da una clase novedosa, bien impartida, que le enganche. Si se le repiten mecánicamente unos apuntes amarillentos de hace 15 años, no tiene interés en ir.

P. Tal como lo dice, parece que la culpa es del profesor.

R. Es un asunto muy delicado. Hace unos años se nos metió en la cabeza solucionar el problema de que estábamos muy por debajo de otros países en investigación. Pero ahora habría que analizar a costa de qué se ha hecho. Cuando eres miembro del tribunal de una oposición, te das cuenta de que la mayoría de los profesores tienen muchas y buenas publicaciones, pero no se han fajado con el estudiantado. La docencia requiere muchas horas de preparación, de aggiornamento, de impulsar la participación del alumno, de incorporar novedades y nuevas perspectivas de evaluación.

P.¿Está aún la Universidad anclada en los antiguos métodos?

R. Sí. Parece que en docencia no ha cambiado nada: mecánicamente se lanzan conocimientos en clase; se manda leer dos o tres libros, hacer un trabajo y un examen.

P. Habría que solucionar esta situación con la reforma del sistema de acceso del profesorado que se está fraguando.

R.Es necesario, porque las universidades nos estamos olvidando del estudiante, que en realidad es nuestra razón de ser. Como el alumno es un elemento efímero, cometemos el error de enfocar las universidades a los que permanecemos: los profesores y el personal de administración y de servicios.

P. ¿Cómo enjuicia la etapa de Esperanza Aguirre?

R. Fue una época de desconfianza. Los rectores dimos al Gobierno una gran prueba de colaboración, pero percibíamos su desconfianza. Pensaban que procedíamos del partido socialista y que teníamos una actitud hostil. ¡Vaya error! Si algo aprende un rector es a comportarse institucionalmente, a moverse en autonomías y ayuntamientos de distinto signo político.

P. ¿Y la llegada de Mariano Rajoy?

R. Ahora hay un clima de bastante optimismo, hacia el ministro y hacia Vicente Ortega, el nuevo secretario general del Consejo de Universidades. Pero no va a dar tiempo a hacer lo que nos gustaría en esta legislatura.

P. ¿Bastaría con reformar, de momento, la situación del profesorado?

R. No. Ya es necesaria una reforma general de la LRU, por el bien de la docencia y de la investigación. No basta una reformilla.

P. ¿Cuáles son sus principales críticas al funcionamiento de la Universidad española?

R. Sobre todo, dos. La primera, que, con los actuales órganos de gobierno, la institución no va a ningún sitio. Hay tal cantidad de órganos, informes y trabas que la decisiones llegan tarde, descafeinadas y son fruto del cansacio por los trámites y la espera. La segunda, fomentar la coordinación entre las universidades y los sistemas universitarios de cada autonomía, porque estamos creando sistemas regionales y autonómicos.

P. ¿Cómo cree usted que se podría hacer realidad la movilidad de los estudiantes?

R. Hay una dialéctica curiosa.Aunque pensamos que la movilidad se está perdiendo, seguimos haciendo guetos corporativos. Eso sólo se puede solucionar con medidas como aumentar las plazas del distrito compartido a un 25% o un 30% (ahora son entre un 5% y un 10%), lo que supondría ceder los derechos de la gente de la tierra para aceptar a otros alumnos. O nos sentamos y decimos "en mi universidad pueden entrar todos, pero tú también dejas entrar a todos", o es un despropósito.

P. Pero la propuesta que se haga sobre movilidad debe ir acompañada de medidas concretas y muchas becas.

R. Sí, medidas del Gobierno. Pero también de las autonomías y de las propias universidades.

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