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Tribuna:CRÍTICACLÁSICA
Tribuna
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No fue lo mejor de Mintz

Shlomo Mintz Obras de Rossini, Bruch y Scriabin. Shlomo Mintz, violín. Valeri Serkin, tenor. Irina Doljenko, soprano. Orfeón Navarro Reverter. Orquesta de Valencia. Director: Pierre-Dominique Ponnelle. Palau de la Música, Sala Iturbi. Valencia, 21 mayo 1999.La actuación de Shlomo Mintz dentro del ciclo de la Orquesta de Valencia ha sido un acontecimiento merecedor de mejor suerte. Traer a uno de los mejores violinistas del mundo para tocar la tontorrona Fantasía Escocesa de Max Bruch recuerda, por lo menos, a un despilfarro y no sólo artístico. Mintz ejecutó la pieza del modo escasamente comprometido al que la ocasión invitaba. Para la historia de la Orquesta de Valencia, esta colaboración con el genial violinista ruso-judío pasará a engrosar la larga lista de intérpretes prestigiosos que han tocado en el ciclo de los viernes. Más complicado sería adivinar qué lugar ocupará el concierto de anteayer dentro del curriculum de Mintz. Acaso quede olvidado en el oscuro cajón de los bolos. Pues tal fue la impresión que dio el violinista, quien no anduvo remiso a la hora de perder pie desde el punto de vista de afinación. También puede ser que Mintz, grandísimo intérprete de Bach, sonriera para sus adentros a la vista de lo que la obrita de marras ofrece como tal música a un artista de su categoría. En la segunda mitad del programa, todos los presentes en la sala hubieron de soportar la interminable y tópica Sinfonía nº 1 de Scriabin. Y en ésta se toparon los dos cantantes venidos del Stanislawski de Moscú con las fuerzas del Orfeón Navarro Reverter. La disciplina de los coristas en los 50 minutos que duró su silencio, antes de atacar su primer Slava, fue admirable. Lo que sucedió después pertenece al anecdotario de una de las sesiones más tediosas que se le recuerdan a la Orquesta de Valencia.

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