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Reportaje:

ETA margina a su ideólogo Antxon

Vive ajeno a los avatares de la banda terrorista después de haber sido durante una década el interlocutor único

José María Irujo

En el patio de la prisión de Alcalá- Meco (Alcalá de Henares) los 32 presos de ETA se agrupan y reivindican el acercamiento de los reclusos de la organización terrorista a las cárceles del País Vasco. Todos obedecen las consignas de la banda y participan en la protesta. Pero uno de ellos lo hace con escaso entusiasmo, con apatía y desinterés. Eugenio Etxebeste Arizcuren, Antxon, el principal ideólogo de ETA, no se significa, no habla con sus correligionarios, no lidera, no participa como los demás. Y no recibe visitas, salvo las de dos amigas, familiares y la de su abogado.Los funcionarios de prisiones que observan y analizan el comportamiento de Etxebeste, principal referente político de ETA durante la última década, se están aburriendo soberanamente. Desde que fue repatriado de Santo Domingo a España, en el verano de 1997, Antxon está apartado de una organización en la que, de la mano del fallecido Domingo Iturbe, Txomin, jugó el papel estrella de "único interlocutor válido".

El ideólogo Antxon ha pasado de representarlo todo y a todos a no representar nada y a nadie, según fuentes de Interior, que aseguran que "está completamente marginado del actual proceso negociador. Ya no pinta nada". Juan María Atutxa, ex consejero de Interior del Gobierno vasco, tiene un diagnóstico similar: "Es uno de los grandes olvidados en prisión".

El 9 de agosto de 1997, Antxon embarcó en Santo Domingo en un Boeing 707 de la Fuerza Aérea española. Le acompañaban Ignacio Aracama, Makario, y Juan María Gantxegui, Peio, dos de sus cuatro compañeros en el exilio caribeño.

Un exilio forzado que duró ocho años y en el que siguió actuando como representante único de ETA para todos los enviados, de ambas partes, que se le acercaban. Las delegaciones de HB que acudían a verlo eran constantes; las llamadas telefónicas del ex dirigente abertzale Íñigo Iruín, su amigo y valedor, estaban a la orden del día. Hasta el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel le llamó antes de su repatriación para que intercediera por la vida de Miguel Ángel Blanco. "No sé a quién llamar", contestó lacónico. Ahora, Atutxa explica que durante los últimos años "el fax dominicano de Antxon estaba lleno de telarañas".

Durante el vuelo desde Santo Domingo a Madrid, el comisario de policía que le acompañó sondeó su posición en la banda. Era la primera vez que un funcionario del Gobierno del PP se entrevistaba con el dirigente de ETA. Jaime Mayor, ministro del Interior, pidió un informe al agente y la decepción fue mayúscula: nada. Antxon reconoció que ya no contaban con él. Que no era la persona autorizada con la que hablar.

Habían pasado once años de aquel 11 de enero de 1987 en el que Txomin se entrevistó en la casa del ex presidente de Argelia Huari Bumedian con Julián Sancristóbal, entonces secretario de Estado, y con el comisario Manuel Ballesteros. "Yo sólo me ocupo de lo militar. De política tenéis que hablar con Antxon", pidió Txomin.

Antonio Martínez Herrera, entonces capitán y hoy coronel de la Guardia Civil, condujo a Antxon desde Ecuador, país al que había sido deportado por Francia, hasta Argel. Herrera no imaginó la importancia que iba a tener ese militante de ETA, de 36 años, nacido en la calle Jai Alai de San Sebastián (Guipúzcoa), con el que voló hasta el país magrebí.

Y comenzó el ir y venir de los enviados del Gobierno socialista. Primero, el abogado Jorge Argote, luego Manuel Ballesteros, más tarde Julen Elgorriaga, y por fin Rafael Vera y Juan Manuel Eguiagaray en las conversaciones de Argel. La mesa negociadora, en un chalé de una urbanización de lujo, se inició en enero de 1989, duró tres meses y el único que habló por boca de ETA fue Antxon.

Los miembros del comando Madrid Belén González e Ignacio Aracama, que le acompañaban, se limitaban a tomar notas y a escuchar. "Eran dos cirios que adornaban al plenipotenciario. Nunca abrieron la boca", recuerda el ex ministro para las Administraciones Públicas Eguiagaray. "Antxon se habrá dado cuenta, hoy, de que mandaba menos de lo que creía".

Ahora, el plenipotenciario no sólo no cuenta, sino que ha caído en desgracia. Un mando de los Renseignements Genéraux, servicios secretos franceses, asegura a este periódico que se han intervenido a los terroristas documentos muy críticos hacia Antxon.

Vera, que negoció con él durante años de contactos ininterrumpidos, no se sorprende de su marginación. "Sabía que había caído en desgracia y que le critican. Sectores de los que ahora negocian con el PNV no han visto nunca con buenos ojos a Antxon. No es nacionalista, es un dogmático, un marxista-leninista puro. Utilizó el nacionalismo para impulsar sus tesis marxistas. He escuchado cintas de sus conversaciones en las que soñaba con ser lehendakari. Le obsesionaba entrar en las instituciones".

Vera opina que ETA ha quemado a Antxon. Primero en Argel y luego en el Caribe, hasta ahora que ha llegado la tregua. "A partir de ahí cae en desgracia y se olvidan de él. El proyecto de un País Vasco como Albania, independiente, ha desaparecido y hasta Otegi se reune con los empresarios".

La marginación de ETA hacia el que fuera su ideólogo más respetado se palpa en la vida carcelaria del recluso. Jesús Calvo, director de Alcalá-Meco, se entrevistó con él poco después de su ingreso en prisión y reflejó en su informe la misma conclusión: está alejado de la organización, que parece no contar con él, y del entorno de HB.

Su impresión no fue errónea. Antxon reside en un pequeño módulo de nueve celdas que comparte con seis presos comunes y con tres etarras. Su relación con todos ellos, incluidos estos últimos, es inexistente. Vive en su mundo. Encerrado en sí mismo y en su circunstancia, según señalan fuentes penitenciarias. "Lleva una vida individual, espartana y solitaria. Es educado y respetuoso con las normas y con nosotros. Se ha aislado del resto", relata un funcionario.

Antxon ha convertido su celda en una biblioteca. Lee la prensa diaria y tiene una pequeña televisión. Todavía sigue interesado por su pasión: el estudio de las mariposas. Una afición que le contagiaron sus profesores de Ciencias Naturales en el colegio de los jesuitas de San Sebastián.

Cuando el Gobierno del PP lo repatrió a España, el PNV advirtió de que su expulsión cerraba cualquier posible diálogo con ETA. Los hechos muestran que se equivocó. Para Atutxa, la marginación de Antxon se debe a los cambios que han propiciado la tregua. "Hasta entonces nadie que no fuera él se atrevía a erigirse en interlocutor. Ahora, han llegado otros que se han atrevido. Esto era impensable hace bien poco".

El líder que negó su militancia

Antxon sorprendió a propios y extraños cuando aseguró ante el juez Javier Gómez de Liaño que no pertenece a ETA desde hacía más de veinte años. La evasiva no le sirvió de nada y el juez ordenó su ingreso en prisión. En sectores de HB sentó mal aquella treta.Nunca hasta entonces ningún otro líder etarra había renegado de una militancia que reconocen con orgullo. Juan María Atutxa saca su moraleja. "Ésta es una lección para los jóvenes que se plantean entrar en ETA. Que vean qué clase de personas han tenido durante años como referentes".

Miguel Castells, abogado de Antxon, declina opinar sobre el alejamiento de su cliente del entramado etarra. "No nos interesa que se hable de él en la prensa. Queremos que se le juzgue con total imparcialidad y serenidad".

En contra de lo que ha mantenido, participó en acciones violentas de ETA. En 1976 pidió 200 millones por la liberación del empresario Ángel Berazadi, asesinado poco después de un tiro en la nuca.

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Sobre la firma

José María Irujo
Es jefe de Investigación. Especialista en terrorismo de ETA y yihadista, trabajó en El Globo, Cambio 16 y Diario 16. Por sus investigaciones, especialmente el caso Roldán, ha recibido numerosos premios, entre ellos el Ortega y Gasset y el Premio Internacional Rey de España. Ha publicado cinco libros, el último "El Agujero", sobre el 11-M.

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