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Entrevista:

MATEO AGUIRRE MISIONERO JESUITA EN LOS GRANDES LAGOS "EEUU intenta que los gobiernos de África bailen al ritmo de su corneta"

La firma de la paz en Sierra Leona, el pasado miércoles, le ha pillado en Euskadi al responsable del Servicio Jesuita a los Refugiados en la región de los Grandes Lagos, Mateo Aguirre (Elvillar, 1945). "Espero que sirva de ejemplo en la zona", afirma este sacerdote que sigue al Alavés por Internet. Africano de adopción desde hace dos décadas, ha visto sobre el terreno las dos caras de las guerras: el cinismo de los países occidentales y la grandeza del ser humano incluso en situaciones extremas. Aguirre recaló en Bilbao para dar una conferencia en el Forum Deusto. Pregunta. 910.000 albanokosovares se acaban de unir a los millones de refugiados que ya había. ¿Es partidario de que se queden en la zona fronteriza? Respuesta. El mejor regalo que se le puede hacer a un refugiado es facilitarle su retorno. Sólo la inseguridad justificaría su desplazamiento. P. ¿Se da esa condición en este caso? R. No lo conozco en profundidad, porque las noticias llegan a África con cuentagotas. Pero no creo que la situación en Kosovo sea más terrorífica que en África y allí se han quedado. El traslado tiene un trasfondo político propagandístico, dicen: "Hacemos refugiados, pero no somos malos la prueba es que traemos 40 a España o 25 a Bélgica". P. ¿Quién debe financiar su estancia en los países vecinos? R. Las Naciones Unidas a traves del ACNUR , que funciona con fondos que da la comunidad internacional. Pero en Kosovo existe una incoherencia que uno no sabe por dónde coger: la OTAN hace operaciones militares y las disfraza de acción humanitaria. Yo creo que la guerra no es nunca una solución a largo plazo. P. Los aliados atacaron sin mandato de la ONU. ¿Cómo ve este precedente para el futuro? R. Estamos comprobando que las instituciones nacidas en la guerra fría hoy ya no tienen ninguna consistencia. Lo que vale es la decisión unilateral del que se ha hecho fuerte, Estados Unidos. En África lo vemos muy claramente. En los 80 EEUU se implicó muchísimo en Latinoamérica. Conocemos lo que hizo en El Salvador, Nicaragua, Granada, Panamá,... Primero limpió el patio del vecino. Y ahora, cuando ha logrado que gobiernos latinoamericanos bailen al ritmo de su corneta, quiere hacer el mismo tipo de toilette en África. P. Existen indicios de que Francia y el hoy secretario general de la ONU, Kofi Annan, sabían que se gestaba un genocidio en Ruanda y dejaron hacer. R. No sólo Francia, también Estados Unidos. En parte, la guerra de los Grandes Lagos se justifica desde esa perspectiva [geo-política]. No es sólo una tensión entre africanos buenos y malos, ganaderos y pastores, o africanos incapaces de gestionar sus cosas. Detrás hay otros actores que llevan la voz cantante. La responsabilidad, por acción u omisión de la comunidad internacional, es enorme. P. ¿Visto desde el terreno, podían haberlo parado los gobiernos occidentales? R. Cuando trabajas con refugiados te enfrentas a situaciones duras, en las que su dignidad está por los suelos, en las que la persona ya no es imagen de Dios, sino guiñapos. Estás acostumbrado a ver gente desnutrida que vive en condiciones inhumanas, sin esperanza, manipulada, rechazada,... sientes compasión por ellos. Es el día a día. Pero lo que más duele a quien trabaja con los refugiados es el cinismo. Un cinismo cuya raíz está en el mundo civilizado, que habla mucho de derechos del hombre, de democracia y que organiza guerras para defender el principio democrático. P. ¿Le gustaría a veces no proceder de ese mundo civilizado? R. Muchas veces he pensado en borrarme de la lista de la humanidad. Pero es una experiencia con dos caras. Al tiempo que ves el cinismo, la falta de dignidad y la manipulación, también encuentras solidaridad. Entre los refugiados hay auténticas perlas, personas que en situaciones tan desgarradoras aún creen en el perdón, en un mañana nuevo. P. Y eso en los Grandes Lagos, uno de los dramas más crudos de las últimas décadas. P. Fue una orgía de odio como pocas ha conocido la humanidad. Se pagó un impuesto en vidas humanas extraordinariamente fuerte. Habría que remontarse al genocidio judio para ver estas cosas. Y no fueron cámaras de gas, sino machetazos. Parece como si no se sacasen lecciones de la Historia. Se repitieron los mismos fallos, como ahora en Kosovo. P. ¿Cómo ve los juicios internacionales para Ruanda? R. Al margen de los tribunales internacionales, la justicia ruandesa se debería agilizar mucho más. Creo que no puede haber una reconciliación seria sin justicia. El Gobierno ruandés tiene el deber de hacer justicia. P. Médicos Sin Fronteras ha anunciado que rechazará la ayuda gubernamental para los Balcanes hasta que cese el fuego para garantizar su neutralidad. R. Si algo tiene de bueno no tener financiación oficial es que eliges dónde y cómo trabajar. P. ¿Es difícil mantenerse ajeno en esas situaciones? R. Nosotros los hacemos. Difícil o no, hay que hacerlo. Porque el impuesto que se paga es muy fuerte. En el momento en que te acercas a un gobierno te arriesgas a que te hagan trabajar en una dirección. Y se convierte en un trabajo coloreado por simpatías, antipatías,... P. ¿Tienen que quitarse las novias, intentan atraerles? R. Sí, ciertamente. Y como en todo salón de baile, hay quien baila.

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