Campillo de Ranas
El día 19 de febrero, en su página 8, Andrés Campos resalta sabiamente la belleza de los pueblos de arquitectura negra del Macizo de Ayllón. Llevo viviendo en esta zona hace casi cuatro años, concretamente en el pueblo de Campillo de Ranas, mágicamente atraída por esa pizarra negra que todo lo invade y aturde los sentidos. Gracias a dicha publicación, aquel fin de semana, que por suerte el sol brillaba a pesar del frío, esta comarca se inundó literalmente de viajeros que, atraídos por la ruta tan bien explicada, disfrutaron de un hermoso día de campo.Ciertos hosteleros de la zona se lo agradecen sinceramente, dicho sea de paso. Asombrada por la respuesta de los lectores a tal publicación, me he atrevido a contactar con ustedes casi dos meses después para invitarles a visitar de nuevo nuestra sierra y así podrán ver con sus propios ojos periodísticos y críticos lo que realmente está ocurriendo en este valle: se darán cuenta de que ya no podrán publicar más hermosas rutas por el campo porque se encontrarán, por doquier, vallas de alambre y espinos que ni los animales salvajes que habitan el monte pueden pasar.
Las autoridades responsables han dejado claro que no quieren a los visitantes amenazándoles, insultándoles e, incluso, declarándose abiertamente en público "racistas". Con su visita serán conscientes de que aquí, a una hora y media de Madrid, estamos viviendo como hace 45 años atrás, donde la dictadura, la xenofobia, la falta de respeto y la ley del divide y vencerás siguen predominando sobre la libertad y los derechos humanos.
Yo soy de Madrid y vine buscando armonía, paz, trabajo y un hogar donde reunirme con mis amigos y familiares; y me encuentro con que las máximas autoridades elegidas de manera democrática, y en los que los vecinos depositaron su confianza, insultan a los familiares de mis amigos, intentan echar del pueblo a los turistas que vienen a visitar a algún conocido, o simplemente vienen animados por un artículo en el periódico; que no informan a los vecinos de las decisiones tomadas, y, lo peor de todo, es que fomentan que de nuevo se despueblen las aldeas, como ya ocurrió hace años cuando se tuvieron que ir a las capitales y abandonaron sus hogares. Si sólo hay cuatro ancianos, lógicamente podrán hacer y deshacer a sus anchas, pero lo que no saben o no quieren reconocer es que cada vez hay más gente joven en el medio rural, al menos en esta sierra, y que estamos dispuestos a quedarnos pase lo que pase. Nuestros antepasados no son de aquí, pero los de nuestros futuros biznietos sí lo serán. Por tanto, apelando al derecho de libre opinión y reivindicando el primer artículo de la Constitución Española, en contrapostura de lo que está ocurriendo en este municipio, reitero mi invitación. No se imaginan lo hermosa que está siendo esta primavera.- .
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