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Reportaje:

Un listón muy alto J. J. PÉREZ BENLLOCH

Una tarde de abril de 1995 Consuelo Ciscar presentó en los Jardines Monforte de Valencia el programa del PP para el IVAM, a cuya dirección parecía entonces destinada. Aunque perorando sobre arte moderno, la oradora aprovechaba la oportunidad para esbozar lo que podría ser la médula de una política cultural desinhibida y novedosa. El muy respetable público popular entendió que el sermón y su tono eran meramente circunstanciales en tanto que electoralistas. El otro público, digamos progre o ajeno al partido convocante, se limitó a celebrar cortésmente la buena fe de la insólita disertante, considerándola acaso equivocada en su papel, del todo absurdo para una clientela conservadora al valenciano modo. Han transcurrido, ¡ay!, cuatro años y viene al pelo recordar que, por la chamba que fuera, Consuelo Ciscar hubo de asumir la dirección de la parcela cultural más vasta de la Generalitat, en tanto que directora general de Promoción. El presidente Eduardo Zaplana apostó por ella en lo que a muchos se les antojó un ejercicio de alto riesgo. Cumplida la legislatura parece evidente que el mayor riesgo hubiese consistido en no elegirla para esa tarea, como se desprende del balance de su gestión, que únicamente se podría minimizar desde una perspectiva mezquina. Viene al pelo, asimismo, formular alguna valoración genética de la política cultural desarrollada por el citado departamento y su titular. Será discutible, posiblemente, "que nadie, en tan poco tiempo -cuatro años-, ha hecho tanto por la cultura", como afirmó la directora general el jueves pasado al presentar el programa cultural del partido. Pero es obvio que la labor ha sido ingente en todas las parcelas de su competencia, ya sea la museística, plástica, editorial, musical, cinematográfica o teatral. Y ello, a pesar de unos muy acotados medios económicos, muy parcos recursos personales -suplidos con una descomunal dedicación y diría que devoción- y el paradojal tránsito de consejeros (cuatro en tantos otros años) por ese departamento, con el agravante que ha supuesto el cambio de criterios y la afición de algunos honorables aludidos a poner más chinas que grasa en los rodamientos de la gestión cultural. Pero no es en la densa nómina de realizaciones donde a mi juicio habría que poner el énfasis, sino en el talante e intensidad con que se ha ejecutado una política sin fronteras, como sumariamente acuñaríamos. Sin fronteras hacia dentro ni hacia fuera, con muy leves hipotecas y ninguna de ellas ideológica, que me conste. Fruto de esta actitud ha sido un organismo -la dirección general- de puertas abiertas donde cada problema ha tenido su acomodo y a nadie se le han pedido sus credenciales partidarias, donde incluso se han producido audacias creativas desacostumbradas en el ámbito oficial, como la muestra de Pierre et Guilles, por ejemplo. ¿De qué, si no, la progresía indígena arroparía como arropa a Consuelo Ciscar y la cultura hubiera alcanzado una vibración sólo equiparable a la que le insufló otro Ciscar, Ciprià, en los albores de la autonomía? Sin fronteras, igualmente, hacia fuera, pues nunca como en estos años ha estado presente en el mundo la cultura valenciana. El fenómeno no tiene precedentes y únicamente se explica por la conexión de dos personajes singulares: el ex consejero Fernando Villalonga abriendo caminos desde el ministerio de Exteriores y la directora general movilizando desde aquí sin manías ni vetos la rica cantera de valores disponibles. La cultura valenciana ha exhibido así su vitalidad en buena parte de Iberoamérica, y también en Nueva York, Chicago y Los Ángeles, y en Japón y Filipinas, y en Roma, Florencia, Nápoles, Brujas y acaba de poner una pica de altísimo mérito en La Habana. A ver qué otra región, autonomía o nacionalidad puede ufanarse de algo similar. Recitaba Joaquín Hinojosa que "la misión del político es propiciar que el listón del riesgo sea cada vez más alto". Será cosa de ver a qué altura se pone el listón cultural en el próximo cuatrienio, pero sería prodigioso que superase la excelencia, la eficacia, el pluralismo y el entusiasmo del que ahora se cierra.

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