Euroizquierda
Semanas atrás, un reputadísimo hispanista alemán me confesaba que desde que se privatizaron los trenes en Alemania no sólo han perdido aquella puntualidad que los hizo envidiables y emblemáticos, sino que también hay accidentes fatales. La dimisión de Lafontaine daba cara y ojos a la derrota de los políticos frente a los economicistas, y en un diario español un neoliberal sin remedio se lamentaba de que en Europa la clase política no estuviera a la altura de la clase económica. Lafontaine, sin duda, no estaba a la altura de esa clase que tiene cogida por la corbata Versace a los políticos, de ahí el neologismo que aporta Ignacio Ramonet en Le Monde Diplomatique de abril en su editorial El social conformismo.En el garden party de la OTAN para celebrar su 50º aniversario, la plana mayor del socialismo europeo asistía, con sus vistosas esposas incluidas, a la consagración del poder imperial y de una teología de la seguridad que sólo aporta la seguridad del buen negocio que va a hacer la tecnoindustria militar norteamericana y adláteres al servicio de la policía militar del Imperio. En ese retrato de gobernadores de provincias con señoras, Aznar era casi la única excepción liberal-conservadora y se le veía cohibido, pero cualquier día el PP puede añadir una S de socialista a sus siglas y ¿quién le podrá pedir explicaciones? Si el Imperio ha vampirizado a la euroizquierda nada más insinuarse, el economicismo hace el resto y el poder económico para perpetuar su hegemonía ya no precisa de dictaduras militares, poderes fascistas de excepción, alianzas de la mafia con la democracia cristiana. Le basta con la amenaza de que no va a crear puestos de trabajo, una bomba de neutrones que se cierne sobre todos los garden party atlánticos presentes y futuros, con el telón de fondo de los cuerpos ensangrentados, troceados, de los profesionales de la televisión serbia.
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