El líder se alía con la suerte

Con mucho sacrificio y poco juego el Málaga se impuso al Hércules de Alicante, acercándose a su objetivo de ascender y condenando a los alicantinos a la casi pérdida de la categoría. Siete jornadas le restan a la competición y el Málaga es líder en solitario de la categoría con 65 puntos, cinco más que el Rayo, seis que el Numancia, siete que el Toledo y diez que Las Palmas. La promoción, pues, la tiene segura, y el ascenso directo, casi. El Hércules, en cambio, se queda con 31 puntos, antepenúltimo, siete menos que el Barcelona B y nueve menos que el Mallorca B, a los que tendría que superar para no perder la categoría.El equipo malagueño se alió con la fortuna para sacar adelante un encuentro que se complicó por su propia suficiencia ante un rival que se mostró inferior.

El técnico local, Joaquín Peiró, había estudiado bien al Hércules y apostó por un sistema con sus futbolistas muy abiertos en las bandas, lo que permitió el juego fluido en el centro del campo con continuas internadas de Agostinho por la izquierda superando a su marcador Paquito una y otra vez.

Fruto de una triangulación entre Sandro y el portugués llegó el pase de la muerte a Rufete que inauguró a puerta vacía el marcador. Todo hacía presagiar una cómoda victoria del líder, pero los malagueños pecaron de una tremenda confianza y dieron aire a un rival que estaba contra las cuerdas. El Hércules, con todas sus limitaciones, sobre todo defensivas, comenzó a inquietar el portal de Rafa y en una acción bastante discutible su ariete, Luna, cayó en el área en la lucha con el capitán malaguista Bravo y el árbitro decretó penalti. Paquito marcó y devolvió la igualdad al partido.

Tras el descanso no mejoró el juego de ambos contendientes. En los malaguistas se instaló el nerviosismo conforme pasaban los minutos, lo que unido a la necesidad de triunfo del Hércules, que comenzó a estirar sus líneas, provocó algunas jugadas de cierto peligro en la portería local. Sin embargo, en una nueva demostración de que el equipo de Peiró está tocado por la suerte de los campeones, cuando más espeso era su juego, un rechace tras un saque de esquina llevó el balón a Rufete que tras quebrar a los jugadores que intentaban impedir su remate marcó un espléndido tanto que supuso el triunfo blanquiazul. El goleador de ayer, nacido en la localidad alicantina de Benejúzar, se convirtió en el verdugo del equipo de su tierra.