El sueño del Rey David
El director titular de la Orquesta de Valencia asumió esta vez uno de los conciertos mollares en la actual temporada. En el momento en que hay indicios de una posible no renovación de contrato a Gómez Martínez, este Rey David de Honegger podría convertirse en una de las últimas oportunidades para valorar el trabajo del maestro granadino al frente de una orquesta que atraviesa un período de graves disfunciones internas. Dejando para otro comentario el análisis más pormenorizado de la situación, hay que señalar el desequilibrio de medios puestos en juego para esta interpretación del oratorio de Honegger. Lo más destacable en el grupo de solistas fue el narrador, Pierre Rousseau, tanto por su impecable dicción como por la intensidad expresivamente teatral que gobernó la lectura del texto. No le anduvo a la zaga Catherine de Seynes, en la breve pero formidable escena del encantamiento. No puedo aplicar idénticos elogios al trío de cantantes solistas. Marussa Xyni tuvo problemas muy serios con el descontrol del vibrato y su fraseo distó de ser ideal. En el caso de John Daniecki su tesitura vocal no parece la que por razones semánticas se adjudica al tenor. El estrangulamiento de su emisión fue un constante motivo de padecimiento para el oído. La orquesta siguió con variable precisión el concepto ligero y superficial de Gómez Martínez, quien no llegó a cohesionar en un todo los 27 números musicales de la obra. Tímbricamente faltó el colorido propio de la escritura de Honegger. Estructuralmente el discurso avanzó con rapidez, pero sin un ápice de emoción. Los grandes clímax sonoros se alcanzaron por simple acumulación de decibelios, y en los pasajes más íntimos se advirtió la peligrosa tendencia a leer rutinariamente las notas. El Coro de Valencia, protagonista esencial del oratorio, cantó con volúmenes indiferenciados. Los oyentes que no siguieran la obra con el texto editado por el Palau difícilmente podrían entender de qué iba aquello.
Orquesta de Valencia Honegger: El Rey David
Solistas, Coro y Orquesta de Valencia. Director: Miguel A. Gómez Martínez. Palau de la Música, Sala Iturbi. Valencia, 30 de abril 1999.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.