Golpes bajos J. J. PÉREZ BENLLOCH
Primero fue el presidente Eduardo Zaplana quien aleccionó a los candidatos populares para que fuesen de señores y señoras, propiciando una campaña electoral exenta de virulencias personales. Después, el dirigente de Esquerra Unida, Joan Ribó, ha requerido a todos los partidos concurrentes para que los comicios se desarrollen con la máxima limpieza. Algún riesgo debían columbrar los mentados para anticipar tales admoniciones, poco frecuentes y posiblemente inútiles cuando comience la zarabanda mitinera y mediática. No obstante, se les debe reconocer los buenos oficios. Por lo pronto, no han causado mella en quien se postula para presidir la Generalitat en nombre de Alternativa Valenciana, Rafael Navarro. A falta de programa u oferta política, el mozo ha echado mano de la caja de truenos y ha enlodado de sospechas y supuestas irregularidades económicas al líder de UV Társilo Piles, a quien implica en "un escándalo de gran calado" que no pudo exponer públicamente por habérsele vedado judicialmente el así hacerlo en la rueda de prensa convocada al efecto. Qué cargos o cargas de profundidad posee Navarro contra el concejal valencianista es un asunto que ha suscitado casi tanto morbo como la agenda clientelar de la infortunada rabiza polaca Ewa Striniak. Aludir a negocios y viajes a Cuba y el Caribe, como hace el candidato de AV, equivale a poblar de piel canela e interminables "mojitos" la imaginación del vecindario. Insinuar enriquecimientos drásticos es tanto como sugerir concomitancias con Alí Babá. Pero, de momento, tan sólo se han sembrado dudas entre el público predispuesto a cultivarlas e incluso revestirlas con las galas maliciosas de su propia imaginación. Mientras tanto, Társilo calla y se remite a los tribunales, donde se cruzarán -al decir de las partes- las pertinentes denuncias y querellas. La curiosidad de los cenáculos políticos no se detiene, sin embargo, en estos extremos y apunta a lo que se considera el motor de esta acometida que muy pocos atribuyen en exclusiva a Navarro. En otras palabras, ¿quién le alienta y financia? En Unión Valenciana y el mismo Piles lo tienen claro: es el PP, a cuya labor de zapa le atribuyen la pervivencia de las facciones desgajadas de su tronco, dicen por la referida Alternativa e IPCV, parasitarias ambas del partido que gobierna. Sin la respiración asistida que los populares les insuflan en forma de prebendillas ninguna de las dos banderías podría subsistir. La contrapartida habría de ser el debilitamiento de los regionalistas y, ocasionalmente, como aquí acontece, alguna embestida a sus dirigentes más relevantes y, para el caso, parece obvio que disparando contra Piles se neutraliza la cabeza política mejor utillada e informada de UV. Pero sin soslayar esta interpretación, excesivamente simple a mi entender, hemos de cuestionarnos si convenía al presidente Zaplana, en tanto que candidato, urdir tamaño golpe sin contar con todas las garantías de alcanzar el objetivo y dejar para el arrastre al adversario. Si el tiro salía por la culta, y esos son los indicios, el enemigo salía moralmente reforzado y no diré que enrabietado porque no es Piles propenso a los desmadres y calenturas. En consecuencia, más me inclino a pensar en que esta maniobra es la invención de un descontrolado, un aprendiz de brujo que ha ido por lana y ha salido trasquilado, pues ni siquiera pudo impedir que el acusado conociera la trama y los documentos pseudoprobatorios antes de que fuesen divulgados. Cómo se los agenció es un misterio. ¿Cuál es el corolario de esta peripecia? Pues que UV competirá a cara de perro con el PP y no digamos nada si un día ha de ponerle precio a la púrpura del molt honorable. Por más que se haya predicado la paz y las buenas maneras, este episodio provocará las réplicas consiguientes, lo que podría depararnos una exhibición de trapos sucios la mar de amena e higiénica. Como es de esperar, por otra parte, habremos de confiar en que el denunciante Navarro tenga una biografía más limpia que una patena, pues no tardará en divulgarse su vida y milagros.
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