La corte de don Luis y de Boabdil
A 16 kilómetros de la corte, en un paisaje amable de suaves ondulaciones y verdes dehesas, está Boadilla del Monte, que no llegó a real sitio pero fue siempre un sitio principesco, sobre todo desde que el infante don Luis de Borbón, hermano de Carlos III, tomara posesión de él. Boadilla fue un real obsequio pero también un real destierro, el fraternal castigo, el dorado exilio que le impuso el monarca por haber contraído matrinomio con una plebeya. El palacio del Infante ha sido adquirido recientemente por el Ayuntamiento tras numerosos avatares, en los que sirvió de hospital, cuartel y colegio de niñas pobres, entre otros usos patrocinados por la Dirección General de Regiones Devastadas en la última posguerra. Devastación no es una palabra fácilmente asociable a este entorno privilegiado por la naturaleza, que rehabilitó su parcela, el paisaje, antes de que los hombres consiguieran hacer lo propio con sus construcciones destruidas por la guerra. Los nobles muros del palacio principesco presentan hoy algunos desconchones, el rosa y el gris se superponen para darle a su regia arquitectura un aire de melancolía y abandono pero no de ruina. La noble arquitectura creada por el maestro del neoclásico madrileño Ventura Rodríguez conserva su poder sin aplastar el paisaje circundante, mérito que supo reconocer en 1974 el Ministerio de Educación, que le otorgó la calificación de conjunto histórico-artístico.
El palacio aguarda hoy un destino más acorde con su dignidad y su historia: convertirse en la sede del Instituto Europeo de Estudios Superiores de la Cultura y la Comunicación. A la hora de valorar sus méritos, los responsables de la designación supieron valorar sin duda el deslumbrante currículo del inmueble. Don Luis de Borbón, conde de Chinchón cuando se retiró con su amada cónyuge, por la que había renunciado a las pompas políticas y cortesanas, se hizo acompañar por una pequeña, culta y refinada corte, un ilustrado gabinete cuya composición dice mucho a favor del talento y el gusto de este mecenas cainizado por su hipócrita hermano.
Mientras Carlos III husmeaba la caza por los montes del Pardo y dejaba en manos de sus ilustrados ministros el desasnamiento de sus súbditos, el infante tenía como "maestro de capilla" a Luigi Boccherini, como "pintor de cámara" a don Francisco de Goya y como arquitecto de cabecera a Ventura Rodríguez. Boccherini, el más madrileño de los compositores italianos y el más italiano de los compositores madrileños, compuso cuando estuvo en Boadilla pensionado su célebre villancico, y Goya, que siempre tuvo buen ojo para esto de los mecenazgos, engrosó con varias de sus obras la pinacoteca de este modelo dieciochesco de ilustrado que no quiso ejercer de déspota y se dedicó al cultivo de las buenas compañías y al estudio de las ciencias naturales en el pequeño museo-colección que albergaba en su palacio.
Cuando empiecen las obras de rehabilitación del edificio para su iniciación europea, los alumnos del master de diseño de paisaje de la Complutense competirán con sus proyectos para los jardines del palacio. El master universitario se realiza desde hace años en Boadilla y su entorno. No en vamo Boadilla del Monte (19.000 habitantes) se enorgullece de ser el único municipio de la comunidad que tiene calificado como zona verde y bosque protegido una tercera parte de su término. La próspera Boadilla es también el tercer pueblo de Madrid en cuanto a renta per cápita y el último en densidad de habitantes.
Las urbanizaciones residenciales sin adosar circundan el pequeño y reconstruido casco de Boadilla, en el que destaca, con el palacio, el convento barroco de La Encarnación, construido a imagen y semejanza del homónimo de la capital, ejemplo de ese barroco madrileño que usaba el popular ladrillo para hacerse perdonar sus excesos. Cerca del centro que señalan el palacio y el convento sobrevive de milagro alguna casa de ladrillo humilde con grecas y adornos neomudéjares. El aire morisco se respira también en la reconstruida iglesia parroquial de San Cristóbal, fundación del siglo XV que ostenta un curioso ábside que parece expropiado de una fortaleza sarracena.
Sobre el origen del nombre de Boadilla existen varias versiones, pero el cronista prefiere la que hace referencia a su origen árabe; según esta hipótesis, Boadilla se deriva de la raíz, Boadil-La, que con un poco de imaginación, de esa que les sobra a los etimologistas, podría significar: tierra, lugar, patrimonio de Boabdil.
En Brunete, otro pueblo cercano, hay un cementerio musulmán que se inauguró para dar sepultura a los "moros" de Franco que no vinieron esta vez como invasores, sino como hambrientos y engañados mercenarios, reclutados como carne de cañón en un conflicto que les era ajeno. El cementerio de Brunete comenzó a recibir años más tarde nuevos y menos aguerridos huéspedes de las últimas migraciones, los cuerpos de otros engañados, desterrados, subcontratados y perseguidos inmigrantes que trabajaron en la construcción de las urbanizaciones de lujo, de los chalets y de los bloques de pisos más recientes.
El Ayuntamiento de Boadilla, que preside con amplio respaldo la alcaldesa del PP Nieves Fernández Crespo, ha puesto en marcha un programa de apoyo a la integración social de inmigrantes chabolistas que incluye un plan de realojamiento en viviendas con alquiler compartido, bolsa de empleo, educación y medidas sanitarias. El paisaje de las chabolas y los campamentos desaparece poco a poco del horizonte de una villa que aspira a convertirse ahora en foco de la cultura europea y de la enseñanza universitaria.
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