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Tribuna:LOS REFUGIADOS DE KOSOVO, RETORNO O DIÁSPORA?
Tribuna
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O se acaba con Milosevic o el drama permanece

Todos los posibles escenarios de la catástrofe anunciada en Kosovo han sido desbordados. Por terribles que resulten los datos, incompletos aún para los planes incalificables de Milosevic, eran parcialmente previsibles en resultados y totalmente en métodos, pues han sido ensayados a lo largo de ocho años de guerra y experiencias. Sí, largos años en los que Milosevic demostró ad nauseam de qué era capaz mientras los demás demostraron de qué eran incapaces, en la que ya es la más larga guerra en los Balcanes este siglo. Perdió las guerras de Croacia y Bosnia, necesitaba una fuga hacia adelante para continuar en el poder y había aprendido mucho. Vuelve a empezar esta vez a gran escala. Planifica el terror con frialdad, organiza y prepara -como un arma de guerra- deportaciones sin precedentes, confisca los papeles a los que expulsa, a los que masacra, destruye archivos para borrar identidades y memoria, ordena ejecuciones sumarias, se hace un maestro en la administración del terror y del tempo y en la guerra de propaganda que maneja de manera goebbeliana, conocedor de los puntos más débiles de nuestra opinión pública. Convierte a su Estado en asesino de sus propios ciudadanos. Secuestra voluntades y pueblos. Impone la tiranía homogeneizadora a la ciudadanía.

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Sí, la OTAN se ha equivocado anunciando que sólo atacaría por aire, desde muy alto, sin bajas propias y únicamente para que firmara acuerdos que no respeta nunca. Ha subestimado la determinación criminal del asesino y ha sobreestimado la de disuasión propia. Los acontecimientos la han desbordado y confundido y ya no sabemos muy bien cuáles son los objetivos, pero sí que se abusa de los refugiados como argumento, que se utiliza demasiado la palabra humanitaria para hablar de la guerra, de las bombas, de las acciones en curso. Y no hay guerra humanitaria.

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Intervenir para evitar el desastre humanitario era el objetivo declarado, cuando el desastre que se anunciaba era moral y político, con graves consecuencias no sólo humanas, sino para la paz, la seguridad y el futuro de la región balcánica y de todos nosotros. Sólo Milosevic y su régimen son responsables. Pero la actuación tardía, mal planificada, poco explicada, de una OTAN que quería una guerra rápida y limpia, sin darse cuenta de que Milosevic necesitaba una larga y sucia, ha tenido ya consecuencias pavorosas para un pueblo. Si hoy es más necesario que nunca multiplicar la solidaridad con las víctimas, también lo es reforzar la determinación de acabar con la causa de lo ya visto y de lo que no queremos seguir viendo. Para no soportar la vergüenza de pasar de siglo con la esencia del terror gobernando en un país europeo.

Al reducir las razones para la intervención, la OTAN ha quedado desarmada al presentar sus resultados, en vez de reforzada por la dolorosísima constatación de la naturaleza del tirano y de los riesgos que entraña para la seguridad de la región y de Europa.

Es de una urgencia dramática clarificar ideas y responsabilidades, definir objetivos y actuar coherentemente. Las consecuencias del desastre de los refugiados no sólo son humanas, sino peligrosamente desestabilizadoras para la región y la expresión de una voluntad de ir hasta el final con los objetivos intolerables de la purificación étnica. Si corresponde a los humanitarios, con ACNUR a la cabeza y con los apoyos necesarios de ONG y recursos suficientes, el manejar en la medida de lo posible una crisis inmanejable corresponde a la política y a sus instrumentos desarrollar las acciones que garanticen el fin del exterminio y la limpieza étnica emprendida con enorme éxito por Milosevic. Y crear las condiciones para un regreso en dignidad de los huidos, para el esclarecimiento hasta el final de las responsabilidades criminales, para el logro de la única salida política que, a estas alturas, no puede ser otra que acabar con el régimen de horror impuesto al pueblo serbio, montenegrino y a todas las minorías por Milosevic. Convencido de que esta vez ha ido demasiado lejos, está dispuesto a ir hasta el final. Y el final posible sólo debe ser su derrota.

Milosevic no ganará esta guerra o la habremos perdido todos. Y tendremos que llorar aún más sobre las ruinas de un proyecto colectivo llamado Europa.

José María Mendiluce es eurodiputado.

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