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Reportaje:

Los Nobel claman por la paz

Un acto para celebrar el aniversario de Roma se convierte en un alegato para exigir el final de la guerra

Estaba previsto hablar de paz, pero al final el tema dominante fue la guerra de Kosovo. Los siete premios Nobel invitados por el alcalde Francesco Rutelli a festejar el 2.752º aniversario de Roma se vieron obligados a discutir ayer no sobre teóricas aspiraciones humanas, sino sobre la cruda realidad de una guerra en curso. En la cumbre de "nobeles" de la paz -algo devaluada por la ausencia de nombres tan famosos como Yasir Arafat, Lech Walesa, Nelson Mandela, Desmond Tutu y Henry Kissinger-, las opiniones sobre el conflicto eran diversas, pero todos manifestaron su apoyo a la paz. Desde Simón Peres, ex primer ministro israelí -que lo hizo a través de un artículo en la prensa italiana, porque los festejos del aniversario del nacimiento de su país lo retuvieron hasta ayer por la tarde en Jerusalén-, un defensor de la moralidad de la estrategia de la OTAN, hasta la guatemalteca Rigoberta Menchú, que propuso enviar a Belgrado y Pristina una comisión de laureados para intentar una mediación con el líder serbio, Slobodan Milosevic, y los representantes albanokosovares. Algunos de los asistentes, como los irlandeses Betty Williams y especialmente el líder unionista David Trimble, suficientemente acostumbrado a años de conflictos, optaron por un discreto papel. Pero fue el ex líder soviético Mijaíl Gorbachov el que acaparó la atención general no sólo por el número de intervenciones que hizo, sino por la rotundidad de sus palabras. "La Alianza es culpable de haber mostrado a los ojos del mundo su locura y su irresponsabilidad", dijo Gorbachov ante los repentinamente incómodos asistentes al acto, en la sala Giulio Cesar del Campidoglio. "Yugoslavia es un país soberano y la OTAN no tiene ningún derecho a atacarlo". Argumentos suaves si se comparan con las declaraciones publicadas ayer por el diario La Repubblica, en las que el ex líder soviético, que recibió el Nobel de la Paz en 1990, lanzaba uno de los alegatos más duros contra la política de Estados Unidos y de la OTAN que se han visto desde que comenzaron los bombardeos sobre la Federación Yugoslava. Refiriéndose precisamente a los bombardeos, Gorbachov dice: "Ha sido una forma de humillar a Europa, de decirle sí, puede que económicamente seas fuerte, pero políticamente eres una enana. Y para humillar a Rusia también". No cree el líder ruso en la teoría de la injerencia humanitaria: "No es más que una excusa. La verdad es que se quería demostrar que la ONU ya no está en condiciones de defender a nadie y que el único baluarte de la justicia que ha quedado en el mundo es la OTAN". "Apenas desapareció la URSS, se ha ido aniquilando todo. Al frente de la ONU se ha buscado un hombre cómodo como Kofi Annan. En la OTAN se ha querido una marioneta, Javier Solana. Y no me avergüenzo de lo que digo". En su intervención en el Campidoglio, el Nobel de la Paz responsabilizó también al líder serbio, Slobodan Milosevic, de la situación y le pidió que acabe con el derramamiento de sangre y las acciones armadas. Para Gorbachov es urgente llegar a un compromiso que permita el regreso de los deportados a sus hogares, pero las tropas que supervisen este retorno debieran representar "a países neutrales, bajo la dirección de Naciones Unidas".

No era éste el tipo de discurso que preveía Rutelli, que en sus palabras de bienvenida a los Nobel había recordado la historia de Roma como portadora de una esperanza de paz y había nombrado hijo honorario de la Ciudad Eterna al poeta español Rafael Alberti. Otros participantes, como el ex presidente surafricano Frederick de Klerk y el científico pacifista de origen polaco Joseph Rotblat, que, a sus 90 años cumplidos, vive solo y viaja solo, parecieron también algo confusos por la crudeza de la intervención. Por fortuna, el ceremonial romano ayudó a superar la tensión. Primero, gracias a una comida con el presidente de la República Italiana, Oscar Luigi Scalfaro, y más tarde con un concierto en la iglesia de Santa María in Aracoeli, consiguieron distender un poco los ánimos del grupo, que hoy será recibido en audiencia privada por el papa Juan Pablo II. Es más que probable que Karol Wojtyla -que ayer lanzó un nuevo llamamiento a la paz en Kosovo- aborde nuevamente el tema de la situación de los Balcanes cuando reciba a los laureados en el Vaticano.

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