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BALONMANO Finales de las Copas de Europa

El Barça gana la quinta

Los azulgrana hacen historia al igualar el récord del alemán Gummersbach, tras demostrar su superioridad ante el Badel Zagreb

Enric Masip, el gran capitán, levantó la quinta Copa de Europa y el Palau Blaugrana estalló. La fiesta había comenzado ya mucho antes, prácticamente desde el primer cuarto de hora de partido, cuando el Barça demostró que jugando al balonmano no tiene rival. Pero el estallido final fue memorable y nadie, ni siquiera el Rey y la Reina de España ni la infanta Cristina, pudo permanecer impasible ante tal cúmulo de emociones. Todos ellos, y también Juan Antonio Samaranch y Josep Lluís Núñez tocaron palmas junto a los 8.000 espectadores que también esta vez arroparon de tal forma al equipo de Valero Rivera, que convirtieron el Palau en una fortaleza. El Barça escribió ayer otra página en la historia del balonmano. Y lo hizo a lo grande, como un auténtico dream team que lleva un historial tan brillante como irrepetible. El Barça sumó su quinta corona de la Copa de Europa e igualó de esta forma el récord que ostentaba en solitario el Gummersbach (entre 1967 y 1983). Pero a diferencia de los alemanes, el Barça es el único equipo que ha ganado cuatro títulos consecutivos. En los 14 años que Valero Rivera lleva como entrenador, el Barça ha sumado 51 títulos, entre ellos 5 de la Copa de Europa, otros 5 de la Recopa y 9 de Liga.

BARCELONA 29

BADEL ZAGREB 18Barcelona: Svensson (Barrufet); O"Callaghan (2), Chepkin, Masip (4), Dedu (2), Urdangarín (3), Garralda (1), Lozano (6), Guijosa (8, 3 de penalti), Ortega (3), y Espar. Badel Zagreb: Basic; Udovicic, Magaglia (1), Kos (1), Bilic, Dominick (1), Jovic (3), Sprem (3), Tomljanovic (2), Dzomba, Saracevic (4) y Paljar (3). Árbitros: Bulow y Lubkar (Alemania). Descalificaron a Svensson y a Udovicic. 8.000 espectadores en el Palau. Partido de vuelta de la final de la Copa de Europa (22-22 en la ida). Los Reyes presidieron el palco, junto a la infanta Cristina, Juan Antonio Samaranch, presidente del COI, y Josep Lluís Núñez, presidente del Barça.

"Hemos demostrado que somos mucho mejores que ellos en todo menos en lo que no es balonmano", exclamó Valero Rivera. Fue una sentencia que le salió del alma, después del calvario que los jugadores catalanes habían pasado en la pista de Zagreb. El Badel no merecía ser campeón, tras el espectáculo de marrullerías y de trampas que dio en su pista. Pero el partido de vuelta, en el Palau Blaugrana, devolvió las cosas a su justo lugar.

Allí, el partido concluyó con tres exclusiones para cada equipo. En Barcelona no habían pasado aún 30 segundos de juego cuando el Badel vio ya su primera tarjeta. Y esa tónica prosiguió hasta el final del partido. La severidad arbitral -que brilló por su ausencia en Croacia- permitió que el partido se desarrollara solamente por la lógica deportiva. Y en este terreno, el Barça dio una lección a sus rivales.

La solidez y la intensidad defensiva de los azulgrana, unida a los aciertos del portero sueco Thomas Svensson, se convirtieron en una auténtica cruz para los jugadores del Badel. Sus ataques se estrellaron una y otra vez en la defensa local, y sus lanzamientos, siempre realizados sin buena posición, o eran parados, o se estrellaban en el poste, o salían desviados. El caso es que el Badel no logró encontrar portería (marcó Saracevic) hasta el minuto 11, cuando los azulgrana ganaban ya por 4-0. Y no lograron marcar más que siete goles hasta el descanso (14-7).

De ahí al final fue un festival. Surgió la figura de un Lozano, aletargado casi toda la temporada, impresionante que no erró en ninguno de sus lanzamientos a portería, un Iñaki pletórico de forma, un Guijosa que asumió la responsabilidad de los penaltis y supo resolver los contraataques, un Ortega que encendió al público, un Svensson y un Barrufet decisivos (al menos 17 paradas entre ambos), un O"Callaghan brillante, un Chepkin trabajador y valiente, un Garralda batallador, un Espar rápido y presionante, y un Masip que pudo el corazón. Y todos ellos dirigidos de forma precisa por la batuta de Valero Rivera. Fueron un equipo imbatible.

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