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Figo abre al Mallorca

El Barça derrota a uno de sus rivales en la Liga con tres jugadas preciosas

Àngels Piñol

El Barça está embalado. Con la directa puesta hacia el título. Sabe ya de sobras que esta Liga no se le escapa. El talento manda: un día es Rivaldo quien carga con el equipo y otro es la pareja Guardiola-Figo. Dos asistencias del portugués bastaron ayer para acabar con toda la leyenda que arrastraba el Mallorca, considerado la bestia negra de Van Gaal. Pero el Barça tiene prisa por ser campeón y ya no se arruga ante nadie. Ni siquiera ante el viento huracanado que sopló ayer en el Camp Nou. Los azulgrana se despertarán hoy con una cómoda ventaja de 10 puntos sobre el segundo clasificado de la Liga. Van Gaal ha construido una máquina eficaz de juego y goles. Suma 43 de los últimos 48 puntos. Nadie le hace sombra. Los isleños apenas le hicieron sufrir unos segundos, tras marcar de penalti, en el tiempo de descuento.

BARCELONA 2

MALLORCA 1Barcelona: Hesp; Reiziger, Aberlardo (Pellegrino, m.84), Frank de Boer, Sergi; Luis Enrique (Celades, m. 80), Guardiola, Cocu; Figo, Kluivert y Rivaldo. Real Mallorca: Roa; Olaizola, Siviero, Marcelino, M. Soler; Lauren, Engonga, F. Soler (Biagini, m.45), Stankovic; Paunovic (Ibagaza, m. 76) y Dani. Goles: 1-0. M. 4. A la salida de un córner, Figo centra con la zurda desde la derecha y Frank de Boer cabecea desde el punto de penalti al palo derecho de Roa. 2-0. M.25. Apertura magistral de Guardiola para Figo, el portugués avanza por la derecha, centra y Kluivert remata desde el primer palo. 2-1. M.90. Biagini transforma un penalti por manos de Cocu después de un error de Hesp. Árbitro: Carmona Méndez. Expulsó a Cocú (m.89) por rechazar el balón con la mano y amonestó a Cocu y Engonga. Unos 65.000 espectadores en el Camp Nou. Abelardo se resintió de su lesión. El equipo de balonmano del Barça ofreció a la afición la quinta copa de Europa.

Figo pintó ayer un Barça-Mallorca hasta ahora no visto. El portugués, en un estado de forma sublime, rompió nada más tocar el césped el entramado defensivo de Héctor Cúper. Los azulgrana sólo temían algo: que el gol tardara demasiado en llegar. Y acabaron con sus miedos en apenas cinco minutos. No era una inquietud gratuita. La estadística no acompañaba precisamente al Barça: sólo había conseguido batir a Roa en una ocasión en los tres partidos jugados y perdidos ante el Mallorca esta temporada. Quizá por eso el arranque del Barça fue espectacular.

La máquina azulgrana funcionó a mil por hora. Ejerció una enorme presión, robó balones y forzó varios córneres. Así nació el gol. Figo recibió el balón, centró templado y, llegando desde atrás, Frank de Boer cabeceó a la red. El gol fue celebrado como una liberación.

La noche estaba encarrilada y el Barça se sintió a sus anchas. Los papeles se invirtieron: el Mallorca, desconcertado, tuvo que tomar la iniciativa. No le salieron demasiado bien las cosas. No está acostumbrado al entrejuego. Van Gaal esta vez aprendió la lección. Reiziger dejó seco a Stankovic y estranguló todo el juego ofensivo de los isleños. Sólo Dani, un delantero intimidador, siempre con la caña preparada, se acercó algo a Hesp. Poco más. La defensa azulgrana funcionó, Guardiola ejerció una dirección perfecta y Figo tocó el cielo. Algo decía que el marcador no tardaría en crecer.

Primero fue Rivaldo el que se escapó y se plantó solo ante Roa sin éxito. Poco después llegó el gol. Guardiola dibujó un pase milimétrico de 40 metros, una apertura majestuosa hacia la derecha, Figo, en una carrera inmensa, se zafó de Olaizola, centró y Kluivert, que lee como nadie los centros, marcó en el primer palo. No había pasado ni media hora. Y el trabajo estaba ya hecho.

El Barça, que jugó cómodamente, sin necesidad de marear el balón, no se conformó con eso. Pudo llegar el tercero, pero el árbitro anuló un segundo gol de Kluivert por no se sabe qué, pues era legal. Y Figo estuvo casi a punto de marcar de un potente disparo. Pero la eficacia azulgrana es ahora letal. Lo mismo ocurrió en Tenerife. Cuatro ocasiones, dos goles. No necesitan más. La diagonal Guardiola-Figo-Kluivert no deja resquicios. El Barça que más gusta a Van Gaal se sustenta en ellos. Rivaldo, el salvador de tantas noches, el abrelatas de tantos partidos, pasó ayer desapercibido, salvo en los lanzamientos de falta, que llenaron la segunda parte.

El Mallorca no renunció a nada. Cúper dio entrada a Biagini, renqueante de una lesión, para al menos buscar el empate. Pero el Barça tuvo el balón y el control del partido como nuca. Eso le bastó. Reiziger, Rivaldo y Sergi probaron lanzamientos desde lejos que ayudaron a pasar el rato a la grada. Y el Mallorca sólo asustó al final. Se despertó demasiado tarde. Biagini desperdició solo ante puerta el primer gol. Un primer aviso. Casi en el descuento, Stankovic centró y el disparo de Lauren lo desvió Cocu con las manos, después de la salida en falso de Hesp. El árbitro expulsó al holandés, señaló el penalti y el argentino no falló. El Barça apenas sufrió unos segundos, unos instantes. El tiempo se había agotado. Y los azulgrana van camino de renovar el título.

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