Malos tiempos para la política

Castellfort tiene 237 habitantes empadronados. A más de 1.100 metros de altura, y en la parte más interior de la provincia de Castellón, se levanta este pueblo en el que nadie quiere ser alcalde. Pese a que todos tienen sus lógicas preferencias ideológicas, eso de los partidos no ha calado entre los castellfortinos. El concejo abierto determinó dictar unas normas para que el pueblo no perdiera su derecho al voto y, evitase su conversión en una pedanía. Así, la lista de candidatos está formada por todos los mayores de 18 años empadronados en la localidad, sobre los que recae el derecho a voto y la posibilidad de ser votados. Tan sólo existe un listado de diez excepciones, integrado por quienes han compuesto la corporación saliente, el alguacil, la auxiliar administrativa que trabaja en el ayuntamiento y el juez de paz. Todos los demás, son alcaldables. Sin embargo, estas condiciones no siempre han sido así. Tan sólo desde ayer -fecha en la que se eligió al alcalde y a los otros cuatro miembros con los que se formará la Corporación- todos los votantes gozan de las mismas posibilidades porque, hasta ahora, los mayores de 60 años no podían salir elegidos y, hasta las últimas elecciones, las mujeres, tampoco. Ángel De la Paz, que fue quien obtuvo el mayor número de votos hace cuatro años, es decir, el alcalde, argumenta que ésto era así porque los trabajos que han de desempeñar tanto el presidente de la corporación como los concejales van desde "el encierro de las vacas y los toros de fiestas, el montaje de las barreras, el descuartizamiento de los animales para después vender la carne o los trabajos de adecuación de una pista forestal". Ayer, el actual director general de Atención Primaria de la Generalitat, Diego Castell obtuvo cerca del 50% de los votos emitidos. La próxima semana, si no hay renuncias, se decidirá el alcalde y el partido por el que se presenta, que será el que tenga más probabilidades de gobernar el Consell y la diputación.