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GUERRA EN YUGOSLAVIA Política y diplomacia

La Duma pide a Yeltsin la inclusión de Yugoslavia en la unión de Rusia y Bielorrusia

Borís Yeltsin es, según la Constitución, el responsable de la política exterior rusa. Sin embargo, el Parlamento conserva el derecho a aprobar declaraciones no vinculantes. Eso es lo que hizo ayer la Duma (Cámara baja), dominada por comunistas y nacionalistas, al aprobar (por 293 votos contra 54) una resolución a favor de que Yugoslavia se sume a la unión entre Rusia y Bielorrusia y en la que se pide al presidente ruso que estudie inmediatamente la cuestión. Pese a todo, las posibilidades de esa integración, solicitada por el Parlamento yugoslavo, son muy escasas.

Salvo los liberales de Yábloko, todos los partidos están aparentemente de acuerdo, desde los comunistas y sus aliados de izquierda a los ultranacionalistas de Vladímir Zhirinovski y a Nuestra Casa es Rusia, que ha cobrado nuevo impulso con el nombramiento de su líder, Víktor Chernomirdin, como enviado personal para los Balcanes del líder del Kremlin. Yeltsin, el jefe del Gobierno, Yevgueni Primakov, y el ministro de Exteriores, Ígor Ivanov, apoyan también, en apariencia, la iniciativa. Dado que Belgrado ha cursado la petición y que el presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, es incluso más favorable a la idea que su homólogo ruso, no debería haber problemas para que se llevara a la práctica el enlace.

Pero una cosa es el apoyo retórico, el reclutamiento de voluntarios que jamás cruzarán las fronteras rusas, las votaciones en la Duma a favor de levantar el embargo de armas a Belgrado, el envío de ayuda humanitaria y el rechazo de los bombardeos de la OTAN, y otra muy distinta y peligrosa asociarse con un país envuelto en una guerra de la que, a pesar de todo, Rusia quiere mantenerse alejada.

Antes de la votación de la Duma, Oleg Sisúyev, vicejefe de la administración presidencial, dejaba claro que no es posible una unión rápida. "Sería un error si puede suponer un paso adelante hacia la entrada de Rusia en la guerra", señaló. "Este problema no es cuestión de un día o una semana".

Puede que ni de años, ni de décadas. Aunque se esgriman lazos históricos, culturales, étnicos, religiosos y estratégicos entre Yugoslavia y Rusia, ni siquiera tienen una frontera común, y sería una paradoja que Rusia, separada ya de Ucrania (cuna histórica del Estado), uniese su destino a un país balcánico. Claro que la tan cacareada unión entre Rusia y Bielorrusia apenas si se traduce en avances en lo que debería ser su esencia: economía, política, seguridad y estructuras de poder, aunque sin que cada socio pierda su soberanía.

Frustración

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La votación de ayer fue una nueva muestra de la frustración que los ataques de la Alianza Atlántica provocan en Rusia, y que se manifiesta, por ejemplo, en una encuesta según la cual al 72% de los rusos les desagrada EE UU. Hace un mes era sólo del 28%. El líder comunista, Guennadi Ziugánov, que hace dos semanas protestaba públicamente ante la Embajada de EE UU en Moscú, se reunió ayer con los embajadores de éste y otros dos países agresores (Francia y Reino Unido). Luego comparó la actitud del presidente estadounidense, Bill Clinton, en los Balcanes con la de Hitler, dijo que la ONU está desacreditada por su actitud en el conflicto, y pidió el cese de los ataques y la entrada inmediata de Yugoslavia en la unión Moscú-Minsk.

También Chernomirdin se reunió ayer con varios embajadores de la OTAN: los ya citados más el de Canadá. Y, para compensar, también con el de Yugoslavia, Boleslav Milosevic, hermano de Slobodan. Para hoy tiene previsto estudiar la situación con expertos del Ministerio de Exteriores, tras lo cual comenzará a viajar en busca de la difícil convergencia entre Belgrado y la OTAN.

El nombramiento de Chernomirdin, con sólidos lazos en Occidente forjados en los cinco años que fue primer ministro, siega la hierba bajo los pies del actual jefe de Gobierno, Yevgueni Primakov, que no puede olvidar que llegó al cargo después de dos rechazos sucesivos en la Duma a la candidatura de Chernomirdin, propuesto por Yeltsin.

Chernomirdin ha estrenado su cargo pronunciándose a favor del plan de paz propuesto por Alemania, que contempla un alto el fuego de 24 horas de la OTAN, la retirada de tropas serbias de Kosovo, y el despliegue de una fuerza multinacional en esta provincia.

Los periódicos abundan en especulaciones de que el nombramiento tiene más que ver con la situación interna en Rusia que con la de Yugoslavia. Primakov, postrado por un doloroso problema de ciática, ve cómo un Yeltsin aparentemente recuperado de su enésima crisis de salud le pone en el punto de mira. Si dispara y da en el blanco, lo más probable es que la bala tumbe también al ministro de Exteriores, Ígor Ivanov.

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