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Mata a su madre para evitarle sufrir penurias económicas. La mujer fallecida en Vitoria presentaba múltiples martillazos en la cabeza

J. R. V. S., el hombre de 39 años que mató a martillazos en la madrugada de ayer a su madre en Vitoria lo hizo, según fuentes de la investigación, para evitarle los sufrimientos que le ocasionaban las estrecheces económicas por las que atravesaban. El presunto homicida y la víctima pertenecen a una conocida familia de de vieja tradición en Vitoria, aunque venida a menos. El hombre se entregó de madrugada en la comisaría de la Ertzaintza y confesó que había acabado a golpes con la vida de su madre. El detenido permaneció durante todo el día en dependencias de la policía vasca en Vitoria, en tanto que el Juzgado de Instrucción número 2 se hacía cargo del caso. De los testimonios del presunto homicida la policía ha podido saber asimismo que estranguló al perro de la casa para evitar que quedara solo, puesto que tenía la intención de entregarse tras el crimen. El hombre no realizaba ningún trabajo y la vivienda, en un barrio de clase media, en la que madre e hijo vivían, aparentemente en armonía, era de alquiler. J. R. V. S. se presentó a las cuatro de la madrugada en las dependencias de la policía autonómica y explicó a los agentes que había matado a su madre y que el cadáver se encontraba en el domicilio que ambos compartían, en un primer piso del número 1 de la calle Obdulio López de Uralde. Los policías que le acompañaron hasta la vivienda, en el barrio de San Martín, encontraron el cadáver de A. S. en el sofá del salón, en medio de un charco de sangre. La mujer presentaba signos de violencia y múltiples golpes en la cabeza, que debieron ocasionarle la muerte. El médico de la ambulancia medicalizada que acompañó a los agentes de la Ertzaintza sólo pudo confirmar la muerte. Mientas se practicaron las diligencias judiciales, el cadáver permaneció en la casa hasta que a las diez y media de la mañana se ordenó su traslado al depósito funerario. El arma que utilizó el autor del crimen fue un martillo, que apareció al lado del cadáver. El perro, estrangulado Los ertzainas hallaron también muerto al perro de la casa, un cocker blanco y negro. Lo había estrangulado, dijo después en su declaración el presunto homicida, para ahorrarle, como a su madre, el sufrimiento de quedarse abandonado, puesto que ya albergaba la intención de entregarse. Así lo explicó a la policía, en cuyas dependencias estuvo durante todo el día de ayer, después de quedar detenido al comprobarse que el relato realizado era cierto. J. R. V. S. no evidenciaba anteriormente ningún tipo de trastorno mental y sus vecinos le consideran una persona absolutamente normal y bien educada, si bien ni él ni su madre entablaban un trato profundo con nadie en el barrio. Residían en él, en la misma vivienda alquilada donde ocurrió la tragedia, desde hace cinco años. Las relaciones entre ambos eran también, al menos en la apariencia que el vecindario alcanzaba a captar, normales. El hombre cuidaba y sacaba a pasear a diario al perro que estranguló. Ninguno de los vecinos del inmueble oyó nada extraño en las horas en que debieron producirse los hechos, sobre las dos de la madrugada. Las circunstancias del crimen y el hecho de implicar a miembros de una familia muy conocida causaron honda impresión en la ciudad.

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