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Tribuna:LA CRÓNICA
Tribuna
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¿Alguien ha leído a Eugeni d"Ors? PONÇ PUIGDEVALL

Es la pregunta que se formuló el filólogo Xavier Pla mientras preparaba la edición del Glosari 1906-1907, que reúne las primeras glosas que escribió Eugeni d"Ors para La Veu de Catalunya y que acaba de publicar Quaderns Crema dentro del valiente proyecto de acercar al público su obra catalana. Pero la cuestión que en un primer momento podía atraer la curiosidad del lector pertenecía a otra especie. El lector podía preguntarse cuáles eran las causas que motivaron que este profesor de la Universidad de Girona, autor de uno de los dos libros fundamentales que nos ha dejado el centenario de Josep Pla, centrara su labor intelectual y cuidara con mimo unas propuestas estéticas y estilísticas diametralmente opuestas a los intereses del escritor ampurdanés. No obtuve la respuesta hasta la tarde en que me encontré con Xavier Pla en la Llibreria 22 y, con la excusa de celebrar una debilidad compartida hacia las novelas de Georges Simenon, fuimos a tomar algo a un bar. La historia de la relación entre Xavier Pla y Eugeni d"Ors empieza cuando el editor Jaume Vallcorba le propuso continuar la edición de la obra catalana, un trabajo crítico que en los volúmenes publicados hasta la fecha llevaron a cabo el propio Vallcorba, Josep Murgades y Jordi Castellanos. En un primer momento, Xavier Pla dijo que no se atrevía debido a la ingente cantidad de material disperso que habría que manejar. Pero es tanta la fascinación que siente hacia Josep Pla, era tanto el deseo de conocer la otra cara de la moneda, que si terminó aceptando la empresa fue gracias a los comentarios que Pla emite continuamente sobre D"Ors, elogiosos siempre aun después de producirse la ruptura entre ambos. D"Ors es el referente básico de Josep Pla, aunque exista una divergencia manifiesta tanto en el orden del pensamiento como en el del estilo, y no constituye ninguna extravagancia pensar, según Xavier Pla, que sin el caso de Eugeni d"Ors difícilmente Josep Pla hubiera desarrollado con éxito una obra de tal magnitud. Al fin y al cabo, durante su juventud Josep Pla se impregnó de la ejemplar ambición intelectual y profesional que representa D"Ors, y aunque en algún momento lo considere como un hombre que se expresaba con cursivas, aunque alguna vez hable del trucaje bambolinesco de su prosa, lo cierto es que siempre mantendrá la admiración hacia aquel proyecto orsiano, hacia su voluntarioso intento de ordenar las cosas y el mundo y de definir la realidad ante el confusionismo reinante. Nadie discute la influencia que ejercieron las glosas de D"Ors, una particular variante del ensayo, de mayor brevedad y escritas con un estilo sincopado y sentencioso, que trataban sobre intereses múltiples con una aparente ligereza, con una indudable aspiración sistemática, con la voluntad de fundar una nueva moral colectiva relacionada con el pensamiento europeo que le era contemporáneo y con una especial ingeniosidad para establecer vínculos entre realidades dispares. Nadie discute el liderazgo de D"Ors sobre sus coetáneos, pero la paradoja nace cuando se observa que, si no se recurría a las hemerotecas, nadie que perteneciera a las tres o cuatro últimas generaciones podía haber leído a Eugeni d"Ors porque, sencillamente, no estaba editado, al menos con rigor ejemplar y un criterio respetable. Lo único que ha llegado hasta nuestro tiempo es la polémica sobre su actitud política y su relación con Cataluña y la fortuna popular que ha conseguido la expresión la ben plantada. Los textos del Glosari 1906-1907 podían leerse, ciertamente, pero en el volumen que la editorial Selecta publicó en el año 1950 con una nula estima filológica. Era, además, una época poco propicia a la revitalización de la figura de D"Ors, y lo normal fue que las reacciones de gente como Joan Triadú estuvieran dominadas por juicios previos de todo tipo. Aun así, hubo quien supo apreciar con honestidad el valor de sus propuestas, como el artículo elogioso que Joan Ferraté publicó en las páginas de Laye, o como el que escribió Joan Fuster en una revista del exilio confesando que en los inicios de su formación intelectual se hallaba la lectura juvenil del Glosari. Pero un barómetro fiable de la poca atención que ha merecido la obra de Eugeni d"Ors puede encontrarse en la cantidad de libros que aparecen a bajo precio en las librerías de viejo, como si viviera en un purgatorio crítico, como si no hubiese sido uno de los escritores más influyentes del siglo, como si nunca hubiera merecido la atención que recibió por parte de la intelectualidad europea y se pudiera prescindir de títulos como Lliçó de tedi en el parc. Cabía dar, pues, un paso adelante que permitiera decidir si D"Ors merece o no un lugar en el canon de la literatura catalana, editarlo con garantías y asumirlo y leerlo para distanciarse y opinar: yo no me arrepiento de haber escuchado los consejos de Xavier Pla y haber leído las páginas de este Glosari 1906-1907.

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