La amarga alegría de Fran

Alguien dirá que le cegaba la pasión de hermano, pero habrá también mucha gente dispuesta a suscribir las palabras del futbolista del Deportivo José Ramón, al término del partido entre España y San Marino. Sin una frase hiriente para nadie, sin una mala crítica contra la patológica obstinación de quien trató como a un jugador de segunda fila al mejor centrocampista zurdo que ha dado España en los últimos años, José Ramón se felicitaba y se lamentaba a la vez del tardío triunfo de su hermano Fran en el equipo nacional. "Hace muchos años que tenía que haber estado ahí", dijo José Ramón en la emisora autonómica Radio Galega; "Fran tuvo cuatro temporadas esplendorosas, entre los 22 y los 25 años. Y no lo digo yo: lo decían, y aún hoy lo dicen, todos los entrenadores rivales".Las palabras del hermano mayor traducen esa mezcla de alegría y amargura que suscitan las magníficas actuaciones de Fran en el equipo de Camacho.

Con 29 años, el zurdo gallego no había jugado hasta la semana pasada más que nueve partidos internacionales, y ninguno en un torneo de máximo nivel. Mientras Javier Clemente fue el seleccionador, no estuvo en ningún Campeonato del Mundo ni en ninguna fase final de la Eurocopa.

El seleccionador y sus padrinos mediáticos sólo le sacaban defectos; y cuando el muchacho era convocado para algún partido de medio pelo, resultaba inevitable pensar que le llamaban a regañadientes, sólo para aplacar las críticas.

En realidad, como ocurrió con otros futbolistas, Clemente utilizó hábilmente ese clase de citas para cargarse de sinrazón: el muchacho se sentía bajo sospecha, salía al campo cohibido, con miedo al fracaso, y nunca acabó de completar una actuación satisfactoria.

Contra Austria, Camacho hizo lo contrario -le ordenó sacar todos los córneres y buena parte de las faltas, por ejemplo- y Fran no defraudó su confianza.

Algunos de los veteranos de la selección española llevaban mucho tiempo deseando que Fran se convirtiera en un fijo del equipo. El propio Guardiola lo ha confesado ahora, después de haber expresado muchas veces su admiración por el interior del Deportivo.

Se comprende que el jugador gallego y su familia lamenten lo que pudo haber sido y no fue. Pero esa clase de cosas es mejor olvidarlas cuando antes: ya que le arruinaron el pasado, al menos que disfrute del presente.