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Un grupo de pasajeros se amotina en el El Prat tras 9 horas de espera

El paréntesis en la huelga de los pilotos de Iberia no sirvió para que volviera la normalidad al aeropuerto de El Prat. Un grupo de 15 personas que debían tomar un vuelo con destino a la ciudad italiana de Milán se amotinó en la tarde de ayer cuando la tripulación del avión conminó al pasaje a abandonar el aparato porque éste no podía despegar hasta las once de la noche por unos supuestos problemas en el espacio aéreo, motivados por la guerra en Yugoslavia.

El vuelo llevaba en ese momento nueve horas de retraso sobre el horario previsto. Los pasajeros que debían tomar el vuelo 4652 de Iberia, programado para despegar a las 9.55 horas, tuvieron ayer un día agitado. Y eso que se las prometían felices: las jornadas de paro convocadas por los pilotos de la compañía no había coincidido con el día en que debían viajar a Milán. Sin embargo, fue pasando el tiempo y por megafonía nadie les llamaba para embarcar. Más de siete horas después, hacia las 17.30 horas, por fin llegó el aviso. Hasta entonces, habían permanecido resignados en la terminal de pasajeros sin que nadie, ni de la dirección de El Prat ni de la compañía, les diese explicación alguna. Pero la odisea no había acabado todavía. El avión en el que debían embarcar no era de Iberia, sino de Aviaco. "Nos dijeron que tomáramos el primer asiento que viésemos porque la numeración no correspondía a la de nuestros billetes", explicó a este diario uno de los pasajeros afectados. Seguían corriendo las manecillas del reloj y el avión no daba señales de un pronto despegue. A las siete de la tarde la tripulación pidió a los pasajeros que bajaran del avión porque no despegaría hasta las once de la noche. El comandante explicó que había "problemas en el espacio aéreo por la guerra de Yugoslavia", afirmó el mismo pasajero. A regañadientes, la mayoría del pasaje accedió a volver al módulo de embarque. Sin embargo, un grupo de 15 personas, entre ellas cinco niños, se resistió y se negó a bajar del avión si no era obligado por la Guardia Civil. Estas personas no entendían el argumento aducido por el comandante porque habían salido otros vuelos hacia Italia sin problemas y temían acabar pasando la noche en un hotel de Barcelona. Después de unos minutos de tensión, la tripulación cedió: volvió a poner en funcionamiento el aire acondicionado e informó al grupo de que el aparato despegaría por fin a las diez de la noche.

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