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Villapalos ordena buscar la tumba del pintor Velázquez bajo la plaza de Ramales

Arqueólogos de la Consejería de Cultura iniciaron el pasado viernes los trabajos

Vicente González Olaya

La Consejería de Cultura se ha embarcado en una apasionante búsqueda cuyo final puede ser un estrepitoso fracaso o uno de los hallazgos más espectaculares de los últimos años: el descubrimiento de la tumba de Diego de Silva y Velázquez. El consejero de Educación y Cultura, Gustavo Villapalos, ha ordenado a sus colaboradores el inicio de las investigaciones, que comenzaron el viernes en el interior de una galería subterránea de la plaza de Ramales, en cuyo subsuelo se supone que permanece enterrado el insigne pintor sevillano desde 1660.

El que fuera pintor de la corte de Felipe IV fue enterrado en la iglesia de San Juan, templo situado en las proximidades del Alcázar de los Austrias, donde actualmente se levanta el palacio de Oriente. Sus restos descansaron en este lugar hasta que, en 1809, José I Bonaparte, para abrir espacios en la ciudad, derribó la iglesia para crear una plaza, la de Ramales. Según algunos estudiosos, el derribo sólo afectó al alzado del edificio, y no a su cripta, donde se supone que estaba enterrado el artista. Con el paso del tiempo, la ubicación exacta de los restos fue olvidada, hasta que en 1845 se intentó, sin éxito, una búsqueda, según el historiador Gaya Nuño. En 1961, el Ayuntamiento levantó en mitad de la plaza un monolito conmemorativo, que aún persiste, y donde se indica que en algún lugar de la rotonda están los restos del pintor.En abril de 1998, el Ayuntamiento anunció que iba a reformar la plaza. Las obras afectarían al pavimento y los jardines. La Dirección de Patrimonio reclamó un estudio arqueológico previo, porque todo el centro está declarado bien de interés cultural. Temía que el posible osario de Velázquez resultase dañado. El Ayuntamiento rechazó financiar la búsqueda, por lo que Cultura se comprometió a pagar los trabajos cuando tuviera presupuesto.

Viajes de agua

La Comunidad sabe ahora que existe bajo la plaza una red de túneles -viajes de agua y pasadizos de viejas edificaciones cercanas-. Los arqueólogos regionales se adentraron el viernes en uno de los numerosos túneles existentes. Uno de los pasadizos, el que conduce al centro de la rotonda, de unos 15 metros de longitud, tiene tapiada una de las bocas. Los expertos de Cultura derribarán la próxima semana el murete para saber si al otro lado se encuentra o no la cripta funeraria. "No existen pruebas irrefutables de que los túneles acaben en la cripta, pero merece la pena intentarlo, y más ahora que se celebra el 400º aniversario del nacimiento del pintor", explicó Villapalos.Las labores de búsqueda de los restos se coordinarán con la Unidad del Subsuelo de la Policía Nacional. En el caso de que las investigaciones a través de la red de pasadizos de la plaza no den el resultado previsto, la Consejería de Cultura prevé abrir catas desde el exterior.

La muerte de Velázquez es quizás el periodo menos conocido de la biografía del pintor. Su fallecimiento se produjo tras la firma de la llamada Paz de los Pirineos, que suponía la pérdida definitiva de Flandes, Rosellón, Cerdeña y Luxemburgo. El pintor había acompañado a Felipe IV a la isla de los Faisanes, donde el monarca entregaría además al rey francés como esposa a la infanta Margarita. Tras firmar la paz, corrió el rumor de que el artista había muerto. Pero sólo era una verdad a medias: lo haría pocos días después, al llegar a Madrid. Los historiadores consideran que Velázquez murió de una pancreopatía aguda o de una peritonitis, lo que en el siglo XVII se denominó una "terciana sincopal minuta sutil".

Su cuerpo fue amortajado como correspondía a un pintor de la Corte y vestido con "manto capitular, con la roja insignia al pecho, el sombrero, la espada, botas y espuelas". Así fue expuesto durante un día, hasta que el cuerpo fue "mudado a un ataúd forrado en terciopelo liso negro, tachonado y guarnecido con pasamanos de oro, y encima, una cruz de la misma guarnición, la clavazón y cantoneras doradas, con dos llaves".

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Se le enterró en la iglesia de San Juan Bautista "con la mayor solemnidad, asistiendo la música de la Capilla Real y varios caballeros de las órdenes, hasta bajar el féretro a la bóveda", según cuenta el libro Velázquez, del historiador Gaya Nuño.

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Sobre la firma

Vicente González Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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