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Una decena de familias preservan la artesanía de la palma blanca de Elche Planes para comercializarlas en Internet

La palma y el azufre en Elche se unen cada año para llenar las calles del color amarillento de sus hojas. Más allá del sentimiento religioso, la artesanía de la palma blanca es una tradición sustentada por una decena de familias de la ciudad. Aseguran que no es un oficio y que con el trenzado de las hojas del árbol ilicitano no se puede vivir, pero cada año, desde el Papa hasta los Reyes, pasando por el presidente del Gobierno, José María Aznar, llevan entre sus manos el producto de su trabajo. Aún así, el mercado restringido de la palma se puede extender a los mercados internacionales. Un grupo de mujeres mantiene contactos con una empresa para poder comercializar las palmas a través de Internet. El proceso de creación de la palma blanca que se realiza para la festividad del Domingo de Ramos en Elche, en ocasiones convertida en una auténtica obra de arte, es lento y complicado. Una de las pocas familias artesanales que quedan en la ciudad en el trabajo de la palma, los Carbonell, trabaja en un pequeño taller que hace al mismo tiempo de casa. Francisco Carbonell hace hilos con una aguja sobre la hoja de la palma, y a continuación los trenza. "Es algo familiar pero esto no es un oficio, no he visto a nadie que viva de esto", asegura. La palma crece con el característico color inmaculado al estar sometida varios meses al encapuchado de sus ramas mientras permanece en el árbol. Después se sumergen en un estanque clorado para limpiarlas. Antes de trenzarlas las encierran en una habitación donde se quema azufre para que los gases aseguren su conservación desde que empieza la campaña, a mediados de octubre, hasta la Semana Santa. Tres generaciones La señora Carbonell, de avanzada edad, se queja de que el Ayuntamiento no les ayuda. Recuerda los inicios del oficio familiar "de hace más de 100 años y tres generaciones". Además de la palma, que sólo se usa en la festividad del Domingo de Ramos, venden dátiles, lo que les ayuda "a seguir adelante". Los archivos municipales conservan el primer documento sobre la celebración de esta festividad, en 1371. Un escrito del Consell de la Vila decide unirse a la festividad repartiendo limosnas. En 1997 fue declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional. De cada palmera los agricultores extraen entre 10 y 12 palmas. Aunque este año "no ha sido bueno por la sequía", dice Francisco. El tiempo que han de invertir para realizarlas varía de cinco minutos a una semana para las que concursan hoy entre todas las familias artesanas de la ciudad. El Ayuntamiento ha organizado dos talleres de palma blanca en el último año en los que 50 personas, la mayoría mujeres, han aprendido el oficio. La concejal de Fomento y Turismo, Ángeles Candela, asegura haber notado que en muchas familias "los hijos ya no siguen el oficio".

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