Seis jóvenes diseñadores exploran con sus objetos las necesidades del futuro La exposición se presenta en la Virreina
La Primavera del Diseño, que se inaugura oficialmente el 8 de abril, continúa su habitual prólogo de actividades. El pasado viernes se abrió al público Futuro compuesto. El diseño en Barcelona para el próximo siglo, de la que es comisario Quim Larrea, en el Espai 2 del Palau de la Virreina. La exposición, abierta hasta el 6 de junio, muestra el trabajo de seis jóvenes diseñadores que intentan dar desde el diseño una respuesta a los retos sociales del futuro.
La exposición incluye, además del trabajo de los seis jóvenes creadores, piezas contemporáneas de diseñadores consagrados cuyo nexo de unión es que se considera que estos objetos tendrán vigencia con el tiempo. Entre los autores seleccionados figuran Óscar Tusquets, Jaume Tresserra, Jorge Pensi, Lluís Porqueras, Carme Pinós, Miquel Milà, Mariscal, Josep Lluscà y Alberto Liévore, entre otros. Utopía y realidad se entremezclan en los proyectos exhibidos por los jóvenes diseñadores Martín Azúa, Anna Bujons, Meritxell Duran, Martí Guixé, Ana Mir y Emili Padrós. Por ejemplo, entre las propuestas presentadas por Padrós (Barcelona, 1969) se encuentra un tipo de calzado que aprovecha la energía generada al andar. Al llegar a casa al final de la jornada, descalzarse no sólo será un placer para los pies, sino que permitirá aprovechar la energía acumulada en los zapatos durante el día. Con ella se podrá obtener luz para una lámpara o para poner en marcha un ventilador. Padrós también propone un ordenador blando que se adapta al cuerpo y a las necesidades de su usuario. Anna Bujons (Barcelona, 1963) analiza las necesidades de futuro en función del tipo de vida actual. La deducción de que un minuto puede durar mucho pero las semanas pasan volando la ha materializado con el reloj La vida es corta, pero el día es largo, en el que el espectador puede verse reflejado y tocar las horas. También muestra una mesa con un mapa del cielo. Hogar individual Martín Azúa (Vitoria, 1965), por su parte, piensa que nuestro hábitat se ha convertido en un lugar de consumo. Para reaccionar en contra de ello sugiere la casa básica, un pequeño hogar individual plegable que se hincha con el calor del cuerpo. La posibilidad de disponer de un hogar que puede guardarse en un bolsillo abre toda una ilimitada gama de reflexiones y posibilidades. Azúa también presenta la cocina solar, que consiste en un recipiente parabólico cuyo material alcanza grandes temperaturas gracias a la acción del sol. También muestra la butaca pantalla, cuyo objetivo es la humanización de la comunicación a través de tecnología. Ana Mir (Valencia, 1969) plantea un alternativa al sistema de transporte urbano. Esta opción se materializa con sillas individuales que se desplazan a ras del suelo y cuya utilización es pública. Mir también propone volver a lo más primitivo del alma humana con Coldfire, pequeños bloques de hielo con una vela en su interior. Para la diseñadora, la contemplación de hielo y fuego podría ser una alternativa a la televisión. Martí Guixé, con Fharma-food, brinda la posibilidad de alimentarse de una forma que quizá escandalice a los gourmets. Se trata de que las partículas que respiramos se transformen en comestibles. Así, mediante un sistema que permite que el polvo alimenticio en suspensión sea digerido en el estómago, podemos disfrutar de una paella sin necesidad de reservar mesa. Tan sólo es necesario seguir respirando. Meritxell Duran (Barcelona, 1964) apuesta por revolucionar el sistema de compra en los supermercados. Para ello ha ideado un sistema de empaquetar el producto con un envoltorio transparente y válido para cualquier tipo de mercancía. "Es ideal para que un mismo producto sirva en cualquier país ya que puede observarse su contenido", explicó la diseñadora. Todas estas piezas son prospecciones que no intentan ofrecer un producto técnicamente acabado, sino una serie de propuestas que sirven de base a una reflexión sobre los cambios sociales y las necesidades que generarán.
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