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Un gazpacho de 15 estrellas

Alejandro Bolaños

Cuando caen todos los directivos de una empresa, el trabajo se posterga a días más ordinarios y los pasillos se transforman en el reino del chisme. Si la que dimite es la Comisión Europea, el rumor llega a los periódicos. ¿Quién sustituirá a Jacques Santer como presidente de la Comisión? ¿Cuándo nombrarán a los nuevos comisarios?... Con estas preguntas en el ánimo, miles de funcionarios comunitarios hacen un alto en su jornada y se dirigen a los restaurantes subvencionados por Bruselas, para saciar unos estómagos maltratados por los nervios de las últimas semanas. Los euro-empleados se encontrarán hoy con una agradable sorpresa: de primero, gazpacho andaluz con su guarnición o tortilla española; de segundo, conejo de monte con caracoles o cazuela de pescado al azafrán.Los platos andaluces protagonizarán dos (martes y miércoles) de los cinco días que el servicio central de comidas de la Comisión ha dedicado a la Semana Española. "Estas jornadas tienen un valor demostrativo de como entendemos en los países mediterráneos la calidad de vida", explica Manuel Gutiérrez, consejero delegado de Desarrollo Agrario y Pesquero (DAP), la empresa pública dependiente de la Consejería de Agricultura que ha organizado la participación andaluza. Gutiérrez asegura que "los restauradores de allí están impresionados con las recetas y han felicitado por escrito a la Taberna del Alabardero", la escuela de gastronomía de Sevilla que se ha ocupado de la parte más suculenta de las jornadas andaluzas. José Luis Tarín, cocinero del centro, y dos alumnos de la escuela fueron hace semanas a Bruselas para explicar los secretos de sus "fichas técnicas" a los encargados de los fogones europeos. "Fueron tres días muy interesantes", recuerda Tarín. El servicio central prepara 6.000 comidas diarias en 11 restaurantes distintos, por lo que cualquier variación en los menús habituales tenía que hacerse con mucha antelación. El maestro y los alumnos de la Taberna del Alabardero elaboraron varias raciones y luego las envasaron al vacío, tal y como hacen normalmente los cocineros - "había de todo, franceses, italianos, belgas..."-, del servicio de comidas. Un par de días después, los cocineros del servicio central calentaban las raciones. "Los platos tuvieron mucha aceptación", asevera el cocinero. Y eso que la delegación andaluza se encontró con un problema básico: los ingredientes. "El gazpacho lo tuvimos que hacer con tomates holandeses", se lamenta. "El color era pardo y por supuesto no sabe igual", asegura Tarín. Para sus recetas (potaje de garbanzos con langostinos, arroz a la marinera y lomo de cerdo braseado con hongos para mañana), los restauradores andaluces necesitaban unos ingredientes insólitos en una cocina en la que se acostumbra a freír con grasas animales y en las que el plato estrella son los mejillones con patatas fritas. Y aquí fue donde Tarín se encontró con la segunda sorpresa Dispusieron de aceite de oliva , jamón y arroz "pero todos eran italianos". "Nuestro productos son mejores pero no nos hemos dado cuenta hasta hace muy poco", defiende Tarín. Y aporta pruebas: llevó un trozo de jamón ibérico, aceite de oliva, vinagre y camarones andaluces y sus colegas europeos "no dejaron nada para el restaurante, se lo llevaron a casa". Dap aprovechará las jornadas para hacer patria y regalar "botellas de aceite y un folleto con rutas gastronómicas", informa el presidente de la empresa. Y a los postres, un guiño dulce a la Semana Santa: pain perdu au vin, o lo que es lo mismo, torrijas.

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