Medio siglo para volver de Cuba
"¿Dónde está el Pont de Fusta?", preguntó Amparo un tanto extrañada cuando el autobús enfiló el margen derecho del Turia. Uno de los guías tuvo que explicarle que la riada de 1957 se llevó por delante aquel puente. Valencia ha cambiado mucho desde que, hace medio siglo, Amparo Torregrosa, de 77 años, y su marido, José María Vilaplana, de 79, partieron hacia Cuba huyendo de la hambruna de la posguerra. El ansiado regreso de Amparo a su tierra natal se ha retrasado cinco décadas por motivos económicos. Su marido volvió una vez en un infructuoso viaje en busca de sus familiares. El humilde salario de los diversos oficios en los que se ganó la vida en Cuba José María hasta su jubilación (artesanía de barro, soldadura eléctrica, mecánica...) no les llegó para pagar dos pasajes. Los dos ancianos aterrizaron en Manises el pasado viernes gracias al programa Volver de la Generalitat para emigrantes valencianos mayores de 60 años que han pasado un cuarto de siglo sin pisar su tierra. El Gobierno valenciano ha pagado los billetes y la estancia durante 15 días a ocho de estos emigrantes y a sus cónyuges. Todos ellos llegaron con el centenar de valencianos residentes en Sudamérica y sus descencientes que acuden a las Fallas. "No me llores", le recriminaba Amparo a su marido. A José se le saltaban las lágrimas desde que subió al avión y la bulliciosa bienvenida en Manises acabó de emocionarle. "Quiero mucho a mi tierra, para mí no hay otra", repetía una y otra vez. "Éste se queda aquí para siempre", decían los que le escuchaban. Pero ni siquiera Amparo pudo contenerse ante la sorpresa que le tenían preparada. Los técnicos de la Generalitat se las habían ingeniado para localizar a uno de sus familiares, su sobrino Daniel, con el que los dos emigrantes se fundieron en un emotivo abrazo en el aeropuerto. Lo cierto es que no tuvieron que buscarlo demasiado lejos: Daniel trabaja en la Consejería de Cultura. También han encontrado en Xàbia al único de los tres hermanos de Amparo que aún vive. "Me carteé con mi madre y mis hermanos durante muchos años", comenta Amparo, "hasta que nos cambiamos de residencia y perdimos el contacto". Cuando los técnicos de la Generalitat contactaron con ella les pidió que buscaran a su madre. No se paró a pensar que, si vivía, ya habría cumplido más de 100 años. La larga ausencia no ha borrado sus recuerdos. Amparo cuenta que nació el día de Reyes de 1946 en el número 10 de la calle de Serranos y se casó con José María (de Muro de Alcoy) en la iglesia de San Valero. Piensan recorrer las calles en las que vivieron para reencontrarse con sus antiguos vecinos. Están muy sorprendidos por el gran cambio que ha experimentado la ciudad. Las Torres de Serranos son de las pocas cosas que reconocen. Salieron de Valencia en 1948 y estuvieron trabajando en la vendimia francesa hasta 1954, cuando se embarcaron hacia La Habana. El bloqueo y las restricciones que se padecen en la isla quedan reflejados en su humilde equipaje. Mientras salían de la terminal, varios guías les advirtieron que se olvidaban de recoger las maletas. "Gracias, pero lo llevamos todo", respondían y señalaban la ligera mochila de plástico de tonos militares que José María llevaba en bandolera.
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