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Padres de temporada

Aurora tiene cuatro años y responde a cada mimo de Mari Paz G. P. y Joaquín T. T. con una sonrisa que le ilumina la cara. No está acostumbrada a las demostraciones de cariño y desde hace dos años vive en una situación que en su mente infantil debe adoptar consistencia de sueño. Como otros 200 niños procedentes de situaciones familiares difíciles en la Comunidad Valenciana, Aurora ha sido acogida por el matrimonio formado por Mari Paz y Joaquín, que se han convertido así en sus padres de temporada hasta que se arreglen los problemas que impiden a sus verdaderos progenitores hacerse cargo de su educación. Hace 14 años que funciona el programa de acogimientos temporales en familias, y ya se ha consolidado como una alternativa al ingreso en internados o centros de menores para chavales cuyas familias han sido castigadas por la vida. La acogida familiar no es un atajo para la adopción, aunque si el menor vive con sus padres temporales hasta que alcanza la mayoría de edad puede ser adoptado si existe consentimiento por ambas partes. Pero estos casos son la excepción a la regla. Todos los participantes en este programa de acogida deben saber que es muy probable que en cualquier momento el menor deba volver con su familia biológica. "Es un momento muy fuerte", asegura Joaquín, que antes de acoger a Aurora se hizo cargo de dos niñas durante unas Navidades. Pasaron menos de un mes en su casa, pero la despedida fue poco menos que traumática. Es la principal desventaja de la acogida frente a la adopción, aunque por contra requiere menos trámites burocráticos. "Quien acoge demuestra más generosidad que quien adopta, porque lo hace sólo por el chaval, a sabiendas de que algún día tendrá que irse, mientras que en la adopción se busca una contrapartida", valora Lola Oltra, psicóloga y delegada de la Asociación de Voluntarios de Acogimiento Familiar (AVAF), organización que gestiona casi la mitad de los acogimientos que se tramitan en la Comunidad Valenciana. "El cariño que recibes por parte de estos niños hace que embarcarse en esta aventura merezca la pena", cuenta Joaquín. No obstante, la AVAF organiza cursillos en los que prepara a los padres para la experiencia en la que están a punto de embarcarse, con todas sus ventajas y sus sinsabores. Celos Pero una familia no son sólo padres, sino que también se debe contar con los que serán los hermanos del acogido. Lola documenta algunos casos de rechazo inicial, ya que las mayores atenciones que recibe el recién llegado pueden provocar celos, pero asegura que ese estadio de desconfianza se suele superar. Aurora duerme en una litera que comparte con Carlos, de seis años. Joaquín y Mari Paz destacan el "excelente" comportamiento de su hijo, que en todo momento hizo concesiones para que Aurora pudiera adaptarse. "Ha tenido mucha paciencia. Aurora es muy temperamental y muy posesiva y Carlos ha hecho un gran esfuerzo por llevarse bien con ella", relata al respecto Joaquín. Después de dos años con su familia de acogida Aurora está totalmente integrada. Por las mañanas va a la guardería y por las tardes toma clases de baile español. Hace poco que Joaquín y Mari Paz supieron que su madre había firmado un documento en el que expresaba su conformidad con la actual situación de Aurora. Los problemas que le impiden educar a su hija van para largo y es posible que Aurora esté con ellos hasta que cumpla los 18 años, momento en que si ella está de acuerdo, estarían dispuestos a adoptarla. La que sabe con seguridad que podrá disfrutar de su hija de acogida hasta, al menos, la mayoría de edad, es María Ll. Procedente de un centro de menores, lleva casi dos años con ella en casa. María es una defensora a ultranza de este sistema como vía de integración de los menores procedentes de familias desestructuradas. "Mucha gente tiene prejuicios, cree que proceden de situaciones de delincuencia, cuando la mayor parte sólo sufren de abandono", señala. Para acoger un niño no hace falta estar casado, y ni siquiera vivir en pareja. "Uno de los participantes en nuestro programa es soltero y los fines de semana se lleva a casa a un adolescente. Le lleva al cine y escucha sus problemas. Y eso es muy importante a esa edad", dice Oltra. Un esfuerzo doble por cuanto no es común que las familias acojan a adolescentes, ya que la mayor parte de los acogidos tienen entre tres y seis años. Los chavales de mayor edad y los que presentan taras físicas y psíquicas son los que menos se benefician de las acogidas. Conseguir una mayor sensibilidad hacia ellos es uno de los retos del programa.

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