Lenguaje y valores
He comprobado, no sin cierto asombro, que personas muy relevantes del periódico que usted dirige andan un tanto despistadas en torno a los avances relativos a las políticas feministas y a las denominaciones que vienen usándose con toda normalidad en el ámbito internacional. Me refiero a la "perspectiva de género", que es conveniente tener en cuenta en cualquier análisis que afecte a los papeles de hombres y mujeres en la sociedad.El pasado 7 de marzo el llamado Defensor del Lector, no sabemos si lo es también de "la lectora", tomaba partido, indebidamente dada su función, en contra de la utilización de la acepción género, para identificar la violencia ejercida por los hombres contra las mujeres.
Sólo desde el fundamentalismo lingüístico cabe poner en tela de juicio la corrección de la expresión "violencia de género" en lo referente a la ejercida por hombres sobre mujeres en la historia de nuestra cultura. El término género, nos dicen, es estrictamente gramatical y no puede ejercer violencia, cuando precisamente es la del lenguaje la más eficaz y refinada violencia que de manera inconsciente se practica, reproduciendo las relaciones de dominación en las que se ha basado y se sigue basando la organización social.
La utilización en este caso de la palabra género es política y, por tanto, transgredir las reglas de la estricta gramática no resultaría más que un loable acto de liberación. Si la expresión violencia de género no fuera correcta, desde el punto de vista lingüístico o gramatical, tanto mejor. Al utilizarla estaremos rompiendo otra de las muchas limitaciones que han mantenido oprimidas a las mujeres y abriendo el lenguaje a nuevas realidades y valores y, por ello, a otras significaciones distintas de las tradicionales.- .
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