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Femenino, singular

Nunca un pueblo tan pequeño concentró a tanta luchadora en el callejero. Nombres como los de Pasionaria, Rosa Luxemburgo, Rigoberta Menchú y hasta Teresa de Calcuta dieron ayer un toque femenino y singular a las calles del municipio malagueño de Humilladero. Cambiar el nombre de las calzadas fue la manera de celebrar el "día de las señoras", tal y como los caballeros de este pueblo conocen y llaman al Día de la Mujer Trabajadora. "Con el lema de Maltratadas, marginadas y explotadas siempre, hoy día 8 de marzo queremos reivindicar el trabajo de estas luchadoras innatas y reconocerles todo lo que han aportado a la humanidad", manifestó de corrido Carmen Morillo, responsable del área de la Mujer de IU. Lo decía mientras sus compañeras acicalaban a una veintena de señoras con lazos morados y diminutos. En pequeña comitiva, las mujeres que se sumaron a esta iniciativa iban recorriendo el pueblo, se subían a unas escaleras y sustituían los nombres de las calles de varón por los de estas revolucionarias. Bajo la vía recién bautizada daban una pequeña biografía de estas heroínas de película. La calzada Pablo Picasso dejó de serlo para convertirse en la de la actriz catalana Margarita Xirgu, y Cura Sanzo se convirtió en la de la escritora María Teresa León. Y así hasta una veintena. Las lugareñas, aunque no prestaban mucha atención a los datos biográficos del nuevo callejero, no desperdiciaron tal oportunidad para hacer sus reivindicaciones. "Es que en el campo estamos muy malamente. Tenemos mucho trabajo", decía María Sancho, de 74 años, que, aunque segura de que tanta movilización a ella de poco le iba a servir, confiaba en que a las generaciones venideras les pueda venir bien. "Mi marido no sabe hacer de ná. Le pongo una escoba delante y él sale corriendo. Y eso ya, a estas alturas, no hay quien lo arregle". Las más jóvenes también lo tenían claro. "Dos salarios nos tenían que dar. Y más en los pueblos, que se trabaja más del doble", dijo Águeda frente al Ayuntamiento mientras sus compañeras rompían en aplausos. Y es que aunque el objetivo era, según Morillo "que el día no pierda sus tintes internacionales", resultaba difícil no darle un color más autóctono. Los hombres, escépticos, contemplaban bastón en mano y desde lejos a sus mujeres. "Eso sólo les incumbe a ellas que es su día", aseguró un hombre de 75 años sin quitarse ni por un momento sus gafas de sol. "A mí me da igual. Mi mujer, que no tiene nada que ver con la política, está en casa haciendo sus cosas", aseguró. Y dejó entrever que así estaban todos bien. Sus razones: "Lo que no puede ser es que luego haya que meter en casa a otra porque tu señora está trabajando". El único que de verdad osó acercarse a la comitiva fue Félix Doblas, el alcalde la localidad (IU). Y lo hizo a una distancia más que prudente. "Es una buena iniciativa, porque a partir de ahora tendremos en cuenta alguno de estos nombres cuando necesitemos alguno para las calles", manifestaba vía móvil a algún medio de comunicación. "Federica Montseny era una anarquista", predicaba casi en el desierto una de las promotoras. "Anarquista he dicho, que no os enteráis", repetía desgañitándose un poco más para abrirse voz entre el murmullo generalizado. Y entonces, una vecina del pueblo lo dijo todo: "¡Cómo somos las mujeres! Salimos al baile y todo eso, pero en cuanto se trata de reivindicar ya nos cuesta más".

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