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ATLETISMO CAMPEONATOS DEL MUNDO EN PISTA CUBIERTA

El gran salto del atletismo español

Yago Lamela logra, con 8,56 metros, el récord europeo, la cuarta mejor marca de todos los tiempos y la plata en longitud

La madrugada trajo desde Japón una de las mejores noticias que ha recibido nunca el atletismo español: Yago Lamela, un joven asturiano de 21 años, saltaba 8,56 metros en longitud. Lo de menos, con ser importante, es que este vuelo le valiera la medalla de plata en el Mundial de pista cubierta de Maebashi; lo que da valor a su acción es la distancia que tuvo que franquear para ascender al podio. Los 8,56 metros, récord europeo y cuarta mejor marca mundial de todos los tiempo bajo techo, son uno de las mejores registros jamás conseguidos por un atleta español. Similares en su valor a los 3.28.95m que marcó Fermín Cacho en 1.500 hace un par de años en Zúrich; la misma importancia tendría que un velocista nacional bajara algún día de los 10 segundos en los 100 metros. Eso significó el salto de Yago Lamela. El gran salto del atletismo español. La consiguió un atleta en formación. Un deportista cuyo techo nadie se atreve a fijar. Y ni él ni su entrenador se asustan cuando dicen que el oro en los Juegos de Sidney 2000 es posible.Fue un hecho inesperado a medias. La imparable progresión del atleta entrenado por Juanjo Azpeitia hacía prever que un salto espectacular nacería este año. Lamela pensaba que 8,30 metros no estaría mal tras los 8,22 del 23 de febrero. No habría estado mal: habría sido el español que más hubiera saltado nunca (el récord al aire libre sigue en posesión de Antonio Corgos, con 8,23 metros desde 1980) y habría sido igualmente medallista en Maebsashi, pero 8,56 está mucho mejor. "Estoy soñando, no me lo creo", dijo Lamela. "Pensaba en los 8,30, pero nunca me imaginé esta marca".

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Lamela fue durante algunos minutos campeón del mundo. Hasta que el cubano Iván Pedroso, un saltador habituado a coquetear con longitudes superiores al 8,50, un competidor único, saltó 8,62 metros, Lamela tuvo en su poder la mejor marca de unos campeonatos del mundo. Fue un vuelo único, un salto en que se dieron todas las condiciones ideales, colofón de una serie de altísimo nivel, con cinco saltos por encima de los ocho metros (ni Pedroso tuvo esa regularidad). En su primer intento, el chaval de Avilés saltó 8,10 metros. El veterano norteamericano Erick Walder, 8,13. Pedroso ya se disparó con unos 8,46 que pensó le darían sin más problema su cuarto oro consecutivo en unos mundiales bajo techo. En la segunda tanda, el esloveno Gregor Cankar dejaba fuera del podio momentáneamente (8,12 metros) a un Lamela que hacía el único nulo de toda la serie y que ya tocaba la plata con un tercer salto de 8,29 metros (nuevo récord nacional), metal que aseguraba en la cuarta ronda con un espectacular salto de 8,42 metros. La tensión alcanzó momentos irrespirables en el pasillo de saltos del pabellón de Maebashi. Pedroso sentía cómo sus 8,46 podrían no ser suficientes. Walder, otro magnífico competidor, con una mejor marca de 8,74m al aire libre, se venía abajo poco a poco. Mientras, el descarado joven de Avilés mostraba una vez más su extraordinaria capacidad de concentración, ajeno a todas las penas que aquejaban a sus rivales. Se preparaba para el sexto salto. Aunque antes calentó con un quinto de 8,26 metros. La explosión llegó poco después.

Con la aplicación de las nuevas normas, en las tres últimas rondas el orden de salto es el inverso al de la clasificación. Así que en penúltimo lugar, después de que Walder se asegurara el bronce con 8,30 metros, Lamela saltó al pasillo. Dio sus habituales 18 pasos para cubrir en poco más de 4s los 43 metros que le separaban de la tabla, alcanzó una velocidad punta superior a 40 kilómetros por hora, aflojó un poco para no quedarse clavado en la tabla y poder transformar la velocidad en fuerza vertical, apoyó su zapatilla izquierda a menos de un centímetro de la plastilina y, con un gesto perfecto de alta escuela, salió volando. El vuelo fue de apenas un segundo. Pero en esa mínima fracción temporal, Lamela tuvo tiempo de dar en el aire tres pasos y medio, tuvo tiempo de alargar brazos y piernas antes de aterrizar a 8,56 metros del punto de despegue en una caída también perfecta. Fue un salto de campeonato. Y durante algunos minutos lo fue.

Pero quedaba Pedroso, el campeón en 1993, 1995 y 1997. No iba a quedarse con la plata así como así. "He saltado unas 850 veces en mi vida, así que sabía lo que tenía que hacer", explicó el cubano, de 27 años. "Me sentía muy fuerte y convencido de que iba a ganar. Sabía que si el último no era nulo sería el definitivo". Así fue. Pedroso, que en su carrera había saltado ocho veces por encima de 8,60 metros, produjo un brinco final de 8,62 metros. Necesitó la mejor marca de su vida en pista cubierta para acabar con la resistencia de un joven que se anuncia como la gran estrella mundial de los próximos años.

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