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Tal vez acabe la maldición

Si la temporada pasada fue de cambio, esta es de continuidad. McLaren y Ferrari, los dos equipos que batallaron por el título, mantienen casi idéntica su estructura y el mismo par de pilotos. Todo apunta a que van a mantener su dominio, con alguna interferencia de un tercer equipo. Lo que no está tan claro es que se repita el resultado. No siempre el talento natural se impone. La ventaja técnica de los McLaren-Mercedes era de tal magnitud que sólo la inmensa categoría de Michael Schumacher hizo que el campeonato aguantara vivo hasta el final. Probablemente, McLaren sigue teniendo el coche más equilibrado, en todos los sentidos, pero la diferencia con Ferrari se ha reducido a muy poco, lo que hace que el factor piloto sea el determinante. Y en este aspecto la ventaja es clara para los de Maranello. Tal vez acabe la maldición de 20 años en ayunas de títulos.

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Una fórmula española

A excepción de la retirada de los neumáticos Goodyear, después de décadas dominar de forma casi absoluta las competiciones de Formula 1, son muy pocas las novedades de la temporada que se abre el domingo en Australia. La primera es la llegada de un nuevo equipo a la Fórmula 1. British American Racing (BAR) hace su entrada por la puerta grande, de la mano de un campeón del mundo, el canadiense Jacques Villeneuve, con un presupuesto de los más altos, con ambiciones ilimitadas y con la polémica por delante; pretende vestir a sus bólidos de colores y publicidad diferentes, para así sacarles el máximo partido publicitario. La cosa está en los tribunales. La otra novedad es que todos los pilotos dispondrán de los mismos neumáticos. La japonesa Bridgestone se ha hecho con el monopolio.

En cada gran premio, por detrás de McLaren y Ferrari habrá otra carrera, tal vez más interesante porque apunta hacia el futuro. Y el futuro lleva el nombre de Jordan; un equipo joven, que se ha curtido en todas las categorías y que ha madurado lo suficiente como para asentarse entre los grandes, cosa que sucede muy de vez en cuando en el jerarquizado mundo de la Fórmula 1. Eddy Jordanes un tipo singular, hecho de la madera de los grandes managers, al estilo de Colin Chapman o Frank Williams. El año pasado fue el único que consiguió romper la hegemonía de los dos grandes, aunque fuera solo una vez, ganando su primer gran premio. Se ha reforzado, tanto económicamente como en el apartado de pilotos. La llegada del hispano-alemán Heinz Harald Frentzen para hacer pareja con Damon Hill es importante. Mal que nos pese, por el hecho de que su volante estaba casi en las manos de Pedro Martínez de la Rosa, se trata de una apuesta en el buen camino. Frentzen ya conoce lo que es ganar un gran premio, lleva 80 a sus espaldas y ha sufrido varias temporadas los rigores de uno de los equipos más duros e implacables del circo; Williams, eclipsado por una personalidad tan poderosa como la de Villeneuve.

Jordan estará siempre presente esperando que fallen los dos grandes para llevarse el gato al agua. El Mugen-Honda es el mejor motor posible, después de los Illmor-Mercedes y Ferrari. El problema es que Honda vuelve a la competición la próxima temporada y lo hace con equipo y chasis propio, lo que dejará a su filial con muy poco espacio para maniobrar. Habrá que ver si el hábil irlandés se hace con el nuevo motor Honda o tendrá que recurrir a lo poco que hay en oferta.

Porque es muy poco. Williams, Benneton y BAR utilizan el viejo y ya mítico motor Renault que ha dominado la primera mitad de esta década, ahora bajo el nombre de Superetech o Playlife, empresas que se encargan de su desarrollo. Ya se vio la temporada pasada que no está para muchos trotes. El equipo Prost, que va a la deriva, malgasta las posibilidades del motor Peugeot, que parecía haber llegado a su madurez cuando lo equipaba Jordan, pero que ahora languidece víctima de la grandeur a cualquier precio. Ford, por su parte, quiere volver a dominar el circo como lo hizo en el pasado, pero se decide a dedicarle el dinero necesario. Tiene un contrato con el equipo Stewart, que no acaba de encontrar la armonía interna, al que ahora se le ha añadido Minardi. Posiblemente esta sea la mejor baza de Marc Gené. El suizo Sauber utiliza motores Ferrari de la temporada anterior, y va de comparsa. Queda Arrows y el motor Hart, una joya artesanal que dará infinitos quebraderos de cabeza a Pedro Martínez de la Rosa.

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